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Recomendaciones para optimizar la fertilización nitrogenada

Los fertilizantes nitrogenados representan una parte importante de los costos de producción y su uso excesivo, o aplicación inadecuada, afecta al medioambiente. Para optimizar su uso, el CIMMYT presenta recomendaciones de tres décadas de experimentación con fertilización nitrogenada de trigo en el Valle del Yaqui, en Sonora, México. 

 

Segunda fertilización enterrada en el fondo de los surcos en el cultivo de trigo en el Valle del Yaqui, en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte/CIMMYT)
Segunda fertilización enterrada en el fondo de los surcos en el cultivo de trigo en el Valle del Yaqui, en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte/CIMMYT)

Con los precios del fertilizante cada vez más elevados es muy importante para los agricultores hacer un uso racional de este insumo. Además, el excesivo uso de fertilizante inorgánico afecta al medioambiente. Al utilizar menos fertilizante se reducen las emisiones contaminantes, pero ¿cuál es la cantidad de fertilizante nitrogenado que realmente se necesita y cómo deben los agricultores aplicarlo para aprovecharlo al máximo? 

Aquí se resumen unas lecciones aprendidas de la investigación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en el Campo Experimental Norman E. Borlaug (CENEB), en Ciudad Obregón, en el estado mexicano de Sonora, en las últimas décadas. Aunque la investigación se ha enfocado en agricultura de conservación y sus componentes, las recomendaciones generales de fertilización nitrogenada también son válidas para sistemas con labranza convencional. 

1. Hay que enterrar el fertilizante inorgánico y evitar aplicaciones al voleo o en agua de riego por gravedad

La aplicación al voleo resulta en la volatilización del fertilizante —este se pierde en forma de gases que contribuyen al cambio climático— y con la aplicación de gas en el agua de riego la pérdida de nitrógeno en forma gaseosa es aún más grande que con la aplicación al voleo.

En un ensayo de cuatro años en el CENEB la aplicación de nitrógeno al voleo bajó el rendimiento tanto con camas permanentes como con camas con labranza convencional. Por esto, la recomendación es enterrar el fertilizante.

En presiembra el fertilizante se puede enterrar con un disco cortador en la parte superior de la cama y la segunda fertilización se puede enterrar en el fondo de los surcos. Así también se evita el contacto entre el rastrojo y el fertilizante, lo que reduce la inmovilización del nitrógeno. La única excepción a esta regla es aplicación de nutrientes en agua de riego por goteo, donde va directo a la zona radicular. 

2. Parte del fertilizante inorgánico se puede reemplazar con composta

En un experimento en el CENEB se evaluó, desde 2016, si se puede reemplazar parte del fertilizante inorgánico con fertilizante orgánico, en este caso composta de origen bovino. Se observó que sí es posible reemplazar parte de la primera aplicación de nitrógeno con composta, pero es mejor usar también una parte de fertilizante inorgánico porque esto permite asegurar que los nutrientes estén disponibles cuando el cultivo los necesita —la composta es de liberación más lenta que el fertilizante inorgánico—.

Es posible aplicar la composta en la superficie en banda encima de la cama cuando el fertilizante inorgánico se incorpora con un disco cortador para asegurar que no haya contacto entre el fertilizante inorgánico y la composta. Esto porque el contacto entre ambos puede resultar en una inmovilización del nitrógeno, ya que los microorganismos pueden usar el nitrógeno de la urea para la mineralización de la materia orgánica en la composta.

3. Para mantener rendimientos altos de trigo a largo plazo se necesitan entre 150 y 300 unidades de nitrógeno por hectárea 

La dosis de nitrógeno necesaria depende del potencial de rendimiento del suelo, del nitrógeno almacenado y liberado del suelo, y del clima que varía entre ciclos. Por la combinación de estos factores, la dosis exacta de nitrógeno necesario cambia y toda recomendación será un aproximado. Así, lo mejor que se puede hacer es llegar a un aproximado que permita alcanzar lo más que se pueda de rendimiento, sin aumentar demasiado los costos y la cantidad de nitrógeno que se pierde en el ambiente. 

Los suelos del Valle del Yaqui y del Valle del Mayo (Sonora, México) son, en su mayoría, suelos arcillosos que pueden almacenar cantidades grandes de nitrógeno. Por ende, en campos donde se ha sobrefertilizado por muchos años es posible que por unos años se requieran dosis más bajas de entre 50 y 150 kilogramos de nitrógeno por hectárea. Desde la experiencia del Hub Pacífico Norte del CIMMYT, aplicar más de 300 kilogramos de nitrógeno por hectárea no es necesario y resulta en pérdidas de este fertilizante al medioambiente, además de elevar los costos de producción. 

4. Colectar datos y experimentar dentro de la parcela puede ayudar a mejorar la fertilización año con año

Si existe duda sobre la dosis apropiada se puede hacer una franja dentro de la parcela, en donde se aumente la dosis de la segunda fertilización. Aparte de la dosis de fertilización, el manejo debe de ser igual que en el resto del campo. Al final del ciclo se determina por separado el rendimiento en la franja con dosis alta y el resto del campo, pudiéndose evaluar si conviene aumentar la dosis para el resto del campo al siguiente ciclo. De la misma forma, se puede hacer una franja con una dosis más baja, para evaluar si se puede reducir la dosis de fertilizante. De esta manera se puede ir afinando la fertilización en el transcurso de los años.

Con medidas sencillas como estas es posible hacer más eficiente el uso de fertilizante nitrogenado y evitar gastos innecesarios y daño al medioambiente.