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¿Por qué no se le deben dar granos dañados a los animales?

La limpieza de granos es fundamental para evitar posibles afectaciones a la salud de los animales de granja. El equipo de poscosecha del CIMMYT comparte información útil para los productores. 

Cerdos domésticos en una comunidad de Laos. (Foto: Jessica González/CIMMYT)
Cerdos domésticos en una comunidad de Laos. (Foto: Jessica González/CIMMYT)

La limpieza de granos es clave para reducir las pérdidas poscosecha y mantener la inocuidad de los alimentos. La limpieza se realiza antes del almacenamiento para separar impurezas y granos dañados por insectos y hongos —y trozos de estos— que pueden agregar sabor y color no deseados, dañar el equipo de procesamiento y aumentar la infestación de insectos y el desarrollo de hongos durante el almacenamiento. 

Una práctica común para “aprovechar” estos granos dañados es usarlos para alimentar a los animales; sin embargo, debido a que ya han perdido sus propiedades organolépticas —color, sabor, textura y aroma—, valor nutritivo y calidad sanitaria —debido a la pérdida de materia seca y la producción de micotoxinas—, estos alimentos ya no son aptos para el consumo humano o la alimentación animal. 

Las micotoxinas son unas sustancias tóxicas naturales que se desarrollan por la acción de algunos hongos. Cuando los animales consumen alimentos contaminados con micotoxinas hay un efecto adverso sobre la salud animal que pueden reducir la productividad e impactar negativamente la economía de los productores: se reduce el peso de los animales, disminuye la eficiencia alimenticia, los órganos del cuerpo se dañan, se afecta la reproducción, aumenta la mortalidad y también los gastos de producción ya que se tienen que comprar medicamentos para el tratamiento de las enfermedades. 

Los efectos biológicos y el diagnóstico de las micotoxinas, no obstante, dependen de la cantidad ingerida, las variedades de toxinas presentes, el tiempo de exposición a estas sustancias y la sensibilidad del animal. Entre las principales micotoxinas de interés para la salud animal están la ocratoxina A, zearalenona, fumonisina, tricotecenos y las aflatoxinas, las cuales son producidas por los mohos Aspergillus flavus y A. parasiticus y todas las especies animales son susceptibles a estos  —aunque los pájaros, pollos y cerdos son más vulnerables que los rumiantes maduros—. 

En los mamíferos, los síntomas de la aflatoxicosis aguda, es decir la enfermedad causada por el consumo de alimentos contaminados por aflatoxinas, incluyen: inapetencia, letargo, ataxia —falta de coordinación en los movimientos—, pelaje áspero, palidez e hígados grasos agrandados.

La ocratoxina A, por su parte, es producida por especies de los hongos Asperigillus y Penicillium y afecta principalmente a aves, ratas y cerdos y los daños causados son daño renal, anorexia y pérdida de peso, vómitos, temperatura rectal alta, conjuntivitis, deshidratación, debilitamiento general y muerte animal. 

La zearalenona —causada por varias especies de Fusarium— desencadena problemas reproductivos y cambios físicos en los órganos genitales, provocando infertilidad. Las fumonisinas son sustancias producidas por Fusarium proliferatum y F. verticillioides y afectan principalmente a los caballos, cerdos y aves de corral, causando lesiones profundas en el hígado, tracto gastrointestinal, sistema nervioso y pulmones. 

Los tricotecenos también son producidos por especies de Fusarium como F. sporotrichioides, F. graminearum, F. poae y F. culmorum. Estas toxinas causan pérdida de peso, vómitos, sangrado y, en algunos casos, puede ser responsable de la muerte de animales.

En general se piensa que los rumiantes —como vacas, cabras, borregos— tienen cierta capacidad para ser menos afectados por las micotoxinas debido a la acción desintoxicante de microorganismos en el rumen —uno de los compartimentos de su sistema digestivo—; sin embargo, los patrones de producción actual limitan el mecanismo de defensa y purificación de micotoxinas. Además, las aflatoxinas pueden degradarse parcialmente en el rumen, pero una parte se queda almacenada en el hígado y puede contaminar la leche producida, lo cual puede tener graves consecuencias para la salud humana.

Un buen manejo poscosecha es importante para evitar las plagas por insectos y hongos y ayudar a mitigar las aflatoxinas y fumonisinas en los alimentos —tanto granos como derivados de origen animal— y la exposición a los consumidores. Por esto, se aconseja hacer una limpieza y selección desde campo hasta antes de almacenar para eliminar los granos dañados y mantener animales sanos.