
En la comunidad de Lázaro Cárdenas, municipio de Othón P. Blanco, hay un liderazgo que se cultiva con paciencia, esfuerzo y voz firme. Es el de Gloria de Jesús Montiel, madre, ama de casa, campesina, comisariada digital y participante entusiasta del curso integral: Quiero ser un líder comunitario, que impulsa CIMMYT en conjunto con el Gobierno del Estado de Quintana Roo.
Desde octubre de 2024, Gloria participa en las sesiones del curso con un ánimo que ha contagiado a su grupo de trabajo. “Cada que voy aprendo algo nuevo. Aunque crea que ya sabía, siempre hay algo que me sorprende. Me gusta compartirlo, platicar con los demás campesinos. Eso me da alegría, me da mucho gozo en mi ser y en mi familia”, expresa con convicción.
En su comunidad, no siempre fue fácil que una mujer asumiera roles de liderazgo. Al inicio, algunos dudaban de su capacidad, en parte por ideas arraigadas sobre el papel de las mujeres en el campo. Pero el tiempo, el trabajo constante y su compromiso hicieron que incluso quienes antes la cuestionaban hoy la reconozcan como una guía. “Muchos hombres que antes no creían, ahora dicen que tenemos una buena comisariada. Eso me anima a seguir luchando”, comenta orgullosa.
Los espacios de capacitación han sido claves para fortalecer sus habilidades y también para ampliar su mirada. Gloria ha aprendido a organizar su tiempo, a comunicarse con respeto y a fomentar la toma de decisiones colectivas. Ahora sabe cómo escuchar y cómo proponer, cómo motivar a su comunidad y cómo traducir el conocimiento técnico en acciones concretas en sus parcelas. “Nos han enseñado cómo mejorar la producción y cómo organizarnos desde casa, para poder organizarnos afuera”, afirma.
Su compromiso se vive también desde lo personal. A cada sesión de capacitación asiste acompañada de su pequeño hijo, quien juega, observa y comparte los momentos con ella. “Gloria es una mujer que inspira, ser mamá no la ha detenido para capacitarse. A mí me sorprende: su hijito la acompaña, ella lo atiende mientras presta atención a los temas, además participa activamente en todas las actividades y demuestra doblemente su empoderamiento como mujer”, comparte Suelen Torres, coordinadora de capacitación del Hub Península de Yucatán de CIMMYT. “Ha sido un gran ejemplo para todo el grupo. Sin duda su hijo será el relevo generacional del campo”.
El grupo de campesinos al que pertenece no solo comparte trabajo, también reglas y acuerdos. Coordinan horarios, se reparten tareas, deciden juntos las fechas para las faenas y las prioridades del grupo. Lo hacen con respeto, con escucha mutua y con la voluntad de que nadie se quede atrás. “Cuando hay respeto, hay armonía. Incluso los hombres se moderan más cuando la voz viene de una mujer. No es lo mismo contestarle a otro hombre que a una mujer, y eso ayuda a mantener la calma y el diálogo”, reflexiona Gloria.
El impacto de estas capacitaciones va más allá de lo personal o lo inmediato. En su comunidad ya se habla más de producción sostenible, de semillas nativas, de prácticas agrícolas con futuro. Las personas se interesan, preguntan, se acercan. Gloria se ha convertido en un puente entre el conocimiento técnico y los saberes comunitarios. “Hay campesinos que me dicen: ‘yo no conocía esos maíces, quiero aprender de eso’. Y eso me da gusto, porque lo que vamos aprendiendo sirve para todos”.
Mirando hacia el futuro, Gloria sueña con una comunidad más unida, donde la organización sea una práctica cotidiana, no solo una meta. Quiere que sus vecinos y vecinas encuentren en el trabajo colectivo una oportunidad para vivir mejor. “Me gustaría que nuestra comunidad se reconociera por su producción, por sus logros, por su capacidad de unirse y salir adelante. Que no cada quien agarre por su rumbo, sino que vayamos juntos”.
Su mensaje para otras comunidades rurales es claro y esperanzador: “Todo es posible cuando uno acepta los retos y se deja acompañar. Con las capacitaciones, con el apoyo de los ingenieros y el impulso que nos dan, uno aprende, se fortalece y puede mejorar su vida y la de su comunidad”.
Este proceso de liderazgo, acompañamiento técnico y formación en terreno no sería posible sin la suma de voluntades. Gracias al trabajo conjunto entre CIMMYT y el Gobierno del Estado, con el proyecto Seguridad Alimentaria y Nutricional para Comunidades Rurales del Estado de Quintana Roo, mujeres como Gloria no solo están aprendiendo, sino también están enseñando. Son voces que guían, manos que siembran y corazones que inspiran. En el sur de Quintana Roo, el futuro se construye en comunidad.