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Las semillas del futuro: el legado vivo que custodia y comparte el CIMMYT

En el Día Internacional de las Semillas, conversamos con Cristian Zavala, especialista del Banco de Germoplasma del CIMMYT, sobre el valor de conservar y compartir este patrimonio vivo para enfrentar los retos alimentarios del futuro.

Cristian Zavala, especialista del Banco de Germoplasma del CIMMYT, frente a una muestra representativa de la diversidad de maíces resguardados por la institución. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)
Cristian Zavala, especialista del Banco de Germoplasma del CIMMYT, frente a una muestra representativa de la diversidad de maíces resguardados por la institución. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)

En el marco del Día Internacional de las Semillas, el CIMMYT recuerda que cada semilla encierra la posibilidad de un futuro más justo, resiliente y diverso. Son el origen de todo: de los cultivos, de la alimentación, de la vida misma. Reconocerlas como tal implica también asumir el compromiso de protegerlas y compartirlas con responsabilidad.

“Es fundamental entender que las semillas son la base de la alimentación. Este día nos invita a reflexionar sobre la urgencia de conservar la diversidad de las semillas que nos nutren y que podrían ser clave frente a los desafíos del mañana”, afirma Cristian Zavala, especialista del Banco de Germoplasma del CIMMYT.

El banco de germoplasma del CIMMYT alberga las colecciones más amplias y diversas del mundo de maíz y trigo. En ellas se resguardan variedades nativas, parientes silvestres y líneas élite. Cada una representa décadas —y en muchos casos, siglos— de conocimientos acumulados por agricultores que, generación tras generación, seleccionaron y cuidaron estas semillas. Hoy, el CIMMYT no solo las conserva con respeto: las comparte como bienes públicos globales, poniéndolas al servicio de toda la humanidad.

Diversidad de maíces nativos resguardados en el Banco de Germoplasma del CIMMYT, un patrimonio genético clave para la seguridad alimentaria y la adaptación al cambio climático. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)
Diversidad de maíces nativos resguardados en el Banco de Germoplasma del CIMMYT, un patrimonio genético clave para la seguridad alimentaria y la adaptación al cambio climático. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)

“Las semillas que resguardamos no son propiedad privada ni han sido retiradas del patrimonio de las comunidades. Son bienes públicos que se conservan y comparten de manera responsable, y que están disponibles para quienes trabajan por la seguridad alimentaria”, explica Zavala.

El acceso abierto es uno de los pilares del trabajo del CIMMYT. A través de su plataforma de solicitudes de semilla, investigadores, mejoradores, universidades, instituciones nacionales y organizaciones de todo el mundo pueden solicitar semillas para fines científicos, educativos o de mejoramiento, sin costo alguno. Cada envío cumple con estándares internacionales y se rige por acuerdos que aseguran su uso adecuado y su retorno al bien común.

El compromiso del CIMMYT trasciende las fronteras. México, por medio de esta institución, ha contribuido activamente a la Bóveda Global de Semillas de Svalbard, en Noruega, considerada el respaldo de seguridad más importante para conservar la diversidad genética agrícola. Más de 27 000 accesiones mexicanas de maíz y trigo han sido enviadas allí para su preservación a largo plazo, garantizando que estas semillas permanezcan disponibles incluso en escenarios extremos.

Pero conservar no basta si no se actúa. En 2015, un brote de necrosis letal del maíz amenazó los cultivos en África Oriental. Gracias al banco de germoplasma del CIMMYT, se seleccionaron mil accesiones de maíces nativos, de las cuales diez mostraron resistencia a los virus implicados. Adaptadas originalmente a otras geografías, estas semillas ofrecieron soluciones concretas para proteger la alimentación de millones de personas.

Cristian Zavala, especialista del Banco de Germoplasma del CIMMYT, sostiene una canasta con maíces nativos, símbolo de la riqueza genética que custodia la institución para el presente y el futuro de la alimentación. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)
Cristian Zavala, especialista del Banco de Germoplasma del CIMMYT, sostiene una canasta con maíces nativos, símbolo de la riqueza genética que custodia la institución para el presente y el futuro de la alimentación. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)

Estas historias demuestran que conservar semillas va mucho más allá de preservar biodiversidad: es proteger la esperanza, sembrar resiliencia y garantizar que las comunidades del mundo puedan seguir cultivando, alimentándose y decidiendo qué y cómo producir.

“Cada semilla cuenta una historia de adaptación y supervivencia. Son un legado. Un recurso invaluable para garantizar la soberanía alimentaria y enfrentar un futuro incierto”, subraya Zavala.

Este trabajo se construye en colaboración estrecha con agricultores, comunidades custodias, sistemas locales de semillas y gobiernos, como el de México, que reconocen el valor estratégico de proteger lo propio y compartirlo con el mundo. El CIMMYT no reemplaza el conocimiento tradicional: lo documenta, lo respeta y lo articula con la ciencia, asegurando que el valor de cada variedad permanezca vivo y accesible.

Hoy, en este Día Internacional de las Semillas, el mensaje es claro: las semillas son bienes comunes. Su cuidado es una responsabilidad colectiva. Su libre disponibilidad, una necesidad urgente. Y su diversidad, la mejor garantía de que los pueblos del mundo tendrán opciones para alimentarse y adaptarse, sin depender de soluciones únicas ni modelos impuestos.

Cuidar las semillas es cuidar la vida. Compartirlas es asegurar el futuro.