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La investigación agrícola en Guasave

El impacto ambiental y la disminución de la rentabilidad debido al alto uso de insumos agrícolas ha conducido a los productores de Guasave, en Sinaloa, México, a buscar mejores prácticas agrícolas. La agricultura de conservación destaca por sus resultados. 

Siembra en la plataforma CIMMYT-AARSP con la sembradora Monosem con disco cortador y machetes profundos. (Foto: Fernando Urías Preciado, AARSP)
Siembra en la plataforma CIMMYT-AARSP con la sembradora Monosem con disco cortador y machetes profundos. (Foto: Fernando Urías Preciado, AARSP)

Conocido como el corazón agrícola de México por su alta productividad, Guasave es el municipio con la mayor superficie de siembra bajo riego a nivel nacional. No obstante, debido a la prevalencia de prácticas agrícolas inadecuadas, los suelos en la región presentan bajos porcentajes de materia orgánica. Además, el alto uso de insumos —como herbicidas, insecticidas, fertilizantes y semillas mejoradas de alto rendimiento— impacta en la rentabilidad de los sistemas productivos. 

Para buscar soluciones al alto impacto ambiental y la baja rentabilidad de la agricultura en la región, la Asociación de Agricultores del Río Sinaloa Poniente (AARSP) —que concentra aproximadamente a 1 200 productores de la zona como socios— y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) colaboran en la plataforma de investigación de Guasave, establecida en 2011 para evaluar sistemas de producción alternativos a fin de identificar aquellos que ofrezcan un menor impacto ambiental y también mayor rentabilidad. 

Así, en la plataforma se han comparado métodos de labranza —sistema convencional y agricultura de conservación mediante camas permanentes—, se ha evaluado la fertilización nitrogenada con base en la recomendación del sensor GreenSeeker® y se han validado diversos híbridos de maíz blanco y amarillo de compañías nacionales y transnacionales.

Con respecto a los métodos de labranza, en la plataforma se ha documentado que, como alternativa al sistema convencional que prevalece en la región —en el que se realiza barbecho y de tres a cinco pasos de rastra como preparación del suelo, propiciando la pérdida de materia orgánica—, la siembra en camas permanentes podría eliminar casi toda la labranza y sus efectos negativos. Además, en el periodo comprendido entre 2011 y 2021, en promedio el rendimiento fue ligeramente mayor en camas permanentes —13,6 toneladas por hectárea con labranza convencional y 14,1 toneladas por hectárea con camas permanentes—.

Además del rendimiento ligeramente mayor, las camas permanentes reducen los costos de producción: en la plataforma, al evitar los pasos de maquinaria, la siembra en camas permanentes es, en promedio, cuatro mil pesos (4 000 MXN) por hectárea menos costosa que la siembra en camas con labranza convencional. Debido al rendimiento similar o mayor —a largo plazo— y la reducción en costos de labranza, la siembra de maíz en camas permanentes es una opción más rentable para el productor y, al mismo tiempo, más amigable con el medioambiente.

En la plataforma también se ha observado que, con respecto a la forma convencional, las camas permanentes con rastrojo sobre la superficie requieren de hasta 15 días más para dar “punto de siembra”, por lo que si se originara alguna situación que alargue el tiempo entre riegos en el cultivo establecido, el sistema convencional presentaría un mayor estrés hídrico con respecto a las camas permanentes que, en cambio, podrían beneficiar al cultivo en casos donde hay un retraso en la disponibilidad del agua para el riego. 

Aunque en la plataforma no se ha cuantificado este efecto, ya que se suele tener un suministro de agua asegurado, es probable que en los campos de los productores este efecto sea visible o más pronunciado. Además, el rastrojo sobre la superficie del suelo tiene el beneficio adicional de reducir la incidencia de malezas durante el verano, que es la época de descanso. 

La mejora del suelo que se observa sembrando en camas permanentes es un efecto que se nota a largo plazo ya que, en general, la degradación del suelo por la labranza y pérdida de materia orgánica, al igual que la mejora del suelo bajo camas permanentes, son procesos lentos que tardan algunos años en acumular diferencias suficientemente grandes para ser notables, de ahí la importancia de plataformas como la Guasave que permiten desarrollar ensayos de largo plazo para generar recomendaciones puntuales a los productores.