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Pequeños agricultores mexicanos adoptan innovaciones para la conservación de recursos

Apoyar una adopción gradual y escalonada de la agricultura de conservación, junto con la gestión de ganado y de residuos, el uso de nuevos cultivos y variedades mejoradas, así como la mecanización adecuada, parece prometedor.

Los pequeños agricultures en México suelen adoptar innovaciones agrícolas de forma gradual y parcial para que se adapten a sus contextos agroecológicos y socioeconómicos y a sus niveles de tolerancia al riesgo, según los estudios y la experiencia en campo del CIMMYT. 

Los esfuerzos de investigación y extensión deben considerar esto en su trabajo con los pequeños agricultores, afirmó Santiago Lopez-Ridaura, especialista en sistemas agrícolas y adaptación al cambion climático del CIMMYT.

“Las prácticas de los agricultores suelen implicar una fuerte labranza antes de la siembra, cultivar maíz como monocultivo y la eliminación de los rastrojos después de la cosecha para usarlos como forraje”, explicó Lopez-Ridaura. “La adopción completa de la agricultura de conservación (AC) implica un cambio radical que requiere que los agricultores reduzcan o eliminen la labranza, mantengan una cubierta permanente de rastrojo en el suelo y diversifiquen sus cultivos. Esto puede apoyar una agricultura más intensa, aunque respetuosa con el medio ambiente, toda vez que reduce la erosión, mejorar la fertilidad del suelo y la filtración del agua, aumentando los rendimientos de los cultivos, y ahorrarles dinero a los agricultores. Además, requiere la adquisición o la contratación de implementos especializados de siembra y la delimitación de campos con cercas o acordar con los vecinos para evitar que su ganado se coma el rastrojo, por nombrar solo algunos cambios”.

La conservación de los residuos de cultivos favorece los sistemas de producción y aporta diversos beneficios. (Foto: Simon Fonteyne/CIMMYT)

Lopez-Ridaura y sus colegas publicaron un análisis en el 2021 que involucraba a agricultores que sembraban maíz y sorgo y tenían algunos animales en pequeñas parcelas de tierra (de menos de 4 hectáreas), con mecanización y riego limitados, en el estado de Guanajuato, en el centro del México.

Encontraron que los escenarios que involucraban al maíz híbrido más un cultivo leguminoso con labranza cero o en los que se mantenía una capa de rastrojos en el suelo proporcionaban una ganancia neta promedio de alrededor de 1 600 dólares estadounidenses, o 29 000 pesos mexicanos al año, además de beneficios ambientales, forraje adicional y una producción más estable en situaciones de estrés climático.

“Mediante el uso de un marco de modelado de la Organización de Investigación Científica e Industrial de Australia (CSIRO, por sus siglas en inglés) que combina la simulación bioeconomíca, análisis de riesgos, la teoría de adopción y la evaluación de impactos, no solo confirmamos el valor de la agricultura de conservación, sino que encontramos que desagregar la AC en varios paquetes de componentes, e incluir un cultivo y variedad más productivos probablemente aumentaría la adopción de los agricultores, en entornos de mayor riesgo”.

Hacia una agricultura más sostenible en México

La agricultura de conservación puede generar beneficios económicos y ambientales sustanciales en condiciones marginales, sobre todo al aumentar la resiliencia al cambio climático, al incrementar la materia orgánica del suelo y retener la humedad del suelo. En el centro de México, los rendimientos de maíz en tierras secas aumentaron entre 38 y 48%, después de 10 años de implementar la CA.

La sembradora de labranza cero multiuso y multicultivo del CIMMYT trabajando en una parcela de ensayo de agricultura de conservación (AC) a largo plazo, a la izquierda, en la sede del centro en El Batán, México. (Crédito de la foto: CIMMYT)

El CIMMYT ha estudiado y promovido la labranza cero y otras prácticas de conservación de recursos en México durante más de tres décadas, aunque los esfuerzos por difundir la agricultura sostenible y el uso de variedades mejoradas de maíz y trigo se intensificaron gracias a MasAgro, una iniciativa de investigación liderada por el Centro y respaldada por el gobierno mexicano durante 2010 y 2021. Abundan los testimonios de pequeños agricultores mexicanos que han adoptado y se han beneficiado de las prácticas de agricultura de conservación a través de los esfuerzos del CIMMYT y de socios nacionales en MasAgro y otras iniciativas:

  •  En un intento por reducir sus costos de su finca sin perder en producción, Alfonso Romo, agricultor de trigo y cultivos oleaginosos del Valle de Mayo, en el estado de Sonora, comenzó a practicar la AC en el 2010. “Hemos aprendido mucho y este año (2022) obtuvimos los mismos rendimientos que obteníamos con las prácticas convencionales, pero siguiendo métodos de agricultura más sostenibles, con ahorros de 30, e incluso, hasta de 40% en fertilizantes”.
  • Con prácticas de AC que adoptó en el 2018 a través de MasAgro, Rafael Jacobo, un agricultor de maíz de Salvatierra, en el estado de Guanajuato, obtuvo una buena cosecha a pesar de la distribución tardía del agua de riego. Al ver su éxito y el de otros agricultores cercanos, Jorge Luis Rosillo, su vecino, comenzó a usar técnicas de agricultura de conservación y ha notado mejoras en su suelo y sus rendimientos cada año. “Hice todo lo que me recomendaron los técnicos: mantuve el rastrojo en el suelo y solo renové la línea de siembra en los lechos del suelo… Hay muchas ventajas, pero sobre todo el ahorro en la preparación del suelo”.
Agricultor del estado mexicano de Sinaloa muestra rastrojos de su campo. Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT.
  • Los agricultores del proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán han mejorado los rendimientos de maíz con el uso de métodos de AC adoptados de manera local, en colaboración con la Universidad Autónoma de Yucatán. Una ex participante del proyecto, Viridiana Sei, dijo que lo que más le gustaba era el intercambio respetuoso de conocimientos entre los agricultores y los técnicos del proyecto.
  • Las prácticas de AC han permitido a más de 320 agricultoras en la región Mixteca del estado de Oaxaca proporcionar más y mejor forraje a los animales de los que dependen, a pesar de las condiciones de sequía a través del proyecto de Agricultura de Conservación de Cultivos y Ganado (o CLCA, por sus siglas en inglés) respaldado por el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (o el IFAD, por sus siglas en inglés). Según la agricultora María Martínez Cruz, “… no ha llovido mucho y todo está seco, pero nuestro frondoso cultivo de avena no ha permitido alimentar a nuestros animales”.
  • Con el apoyo del CLCA y frente a la cada vez más impredecible temporada de lluvia mexicana, el agricultor Mario Guzmán Manuel de la comunidad de San Francisco Chindúa en Oaxaca comenzó a usar AC y nunca volverá a las prácticas anteriores. “Hacíamos hasta dos labranzas con arado para desmenuzar el suelo, pero si dejamos los residuos del cultivo anterior, van a retener la humedad del suelo de manera más efectiva. La gente se aferra a los métodos antiguos y prefieren quemar los rastrojos, pero tenemos que entender que esta práctica solo reduce la capacidad del suelo para producir”.