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Una oportunidad histórica para el arroz en México

Una oportunidad histórica para el arroz en México

En la estación experimental del CIMMYT en Tlaltizapán, Morelos, se evalúan 126 variedades de arroz como parte de un esfuerzo colaborativo entre instituciones de investigación y actores del sector productivo para fortalecer la soberanía alimentaria de México. Este trabajo combina ciencia, innovación y prácticas sostenibles para impulsar la recuperación y competitividad del cultivo de arroz en el país.

Parcelas de arroz en fase de desarrollo en la estación experimental del CIMMYT en Tlaltizapán, Morelos, donde se evalúan 126 variedades como parte del esfuerzo nacional para fortalecer la soberanía alimentaria.

Entrevista con el Ing. Óscar Bañuelos, superintendente de la estación experimental de CIMMYT en Tlaltizapán, por Francisco Alarcón – CIMMYT

México fue, hasta finales de los años ochenta, autosuficiente en arroz. Hoy, más del 75 % del consumo nacional se cubre con importaciones. La superficie cultivada cayó de más de 250 mil hectáreas a poco más de 31 mil en 2024, con una producción cercana a 220 mil toneladas.

Aunque Morelos destaca por sus rendimientos de más de 10 t/ha —muy por encima del promedio nacional de 7—, el cultivo enfrenta problemas estructurales: alta demanda de agua, costos de producción elevados, rezago tecnológico, abandono de áreas productivas y, cada vez con más fuerza, los impactos del cambio climático.

Frente a este panorama, recuperar la producción nacional de arroz se ha convertido en una prioridad estratégica del Gobierno de México. Enmarcado en el Plan México de la presidenta Claudia Sheinbaum —que contempla acciones focalizadas en estados clave como Campeche—, este esfuerzo busca devolverle al arroz su papel central en la seguridad y soberanía alimentaria.

En este contexto, la estación experimental del CIMMYT en Tlaltizapán, Morelos, se ha convertido en un punto de partida fundamental. Allí se evalúan actualmente 126 variedades de arroz, muchas provenientes de Asia, en estrecha colaboración con INIFAP, el Consejo Mexicano del Arroz y los gobiernos federal y estatal.

Estas evaluaciones son el primer paso de una estrategia nacional para reactivar el cultivo de arroz y fortalecer toda su cadena de valor. Tlaltizapán se ha convertido en un espacio idóneo para acelerar ensayos, validar prácticas sostenibles y proyectar innovaciones que después se transfieren a los productores a través de Escuelas de Campo, parcelas demostrativas y programas de capacitación.

El Ing. Óscar Bañuelos, superintendente de la estación experimental del CIMMYT en Tlaltizapán, explica que este trabajo involucra mucho más que probar variedades: se trata de abordar integralmente los factores que limitan la competitividad del arroz en México. El proceso comienza con la multiplicación de semilla y su adaptación local, garantizando material suficiente para avanzar en las fases de validación. Posteriormente, se desarrollan prácticas que buscan reducir el consumo de agua, un tema crítico en este cultivo, mediante la siembra en surcos y sistemas de riego eficientes.

Parcelas de arroz en fase de desarrollo en la estación experimental del CIMMYT en Tlaltizapán, Morelos, donde se evalúan 126 variedades como parte del esfuerzo nacional para fortalecer la soberanía alimentaria.

La investigación también apunta a disminuir los costos de producción con un manejo agronómico integral que reduzca mano de obra, combustible y maquinaria. Para lograrlo, uno de los pilares es la mecanización apropiada, diseñada específicamente para pequeños y medianos productores. A ello se suma el componente de resistencia a enfermedades y suelos saludables, en el que participan los laboratorios de patología del CIMMYT para acelerar la identificación de materiales tolerantes y prácticas de conservación.

“Se trata de atacar toda la problemática del arroz, no solo con la genética sino también con el manejo agronómico. Mejorar la semilla es importante, pero igual de importante es darle al agricultor soluciones prácticas que reduzcan sus gastos y aumenten su eficiencia”, subraya Bañuelos.

Estos avances no terminan en los campos experimentales. La meta no es únicamente producir más arroz, sino construir cadenas de valor competitivas e inclusivas. Eso implica integrar los resultados de la investigación con procesos de industrialización, certificación de semilla, mejora poscosecha y acceso a mercados.

En este sentido, Tlaltizapán no es solo un campo experimental: es la base de un Centro Internacional de Transferencia de Tecnología, donde ciencia, innovación y alianzas confluyen para transformar el arroz en un cultivo sostenible y rentable.

El Ing. Bañuelos lo resume con claridad: “El Gobierno de México, el Gobierno de Morelos, el INIFAP y el CIMMYT trabajamos de manera conjunta para impulsar la ciencia, la tecnología y la innovación en el campo. Sin inversión constante en estos ámbitos, el avance se frena: cada año que se detiene el mejoramiento genético es un año perdido en rendimientos y competitividad”.

El potencial es evidente: con mejoramiento genético continuo, los agricultores podrían aumentar al menos un 2 % anual en sus rendimientos —unos 200 kilos más por hectárea para un productor que hoy alcanza 10 toneladas—. Y si además se integran prácticas sostenibles y eficientes, los incrementos podrían llegar al 5 o 10 % adicional, al mismo tiempo que se reducen costos de producción.

El Ing. Óscar Bañuelos, superintendente de la estación experimental del CIMMYT en Tlaltizapán, conversa con integrantes del equipo técnico durante un recorrido por las parcelas de arroz. Este sitio es clave para el fortalecimiento de la soberanía alimentaria en México.

La evaluación de 126 variedades en Tlaltizapán representa una oportunidad histórica para transformar el futuro del arroz en México. Es un recordatorio de que la ciencia, cuando se combina con voluntad política, alianzas estratégicas y compromiso con los productores, puede cambiar el rumbo de un sector entero.

La experiencia acumulada por CIMMYT en México, trabajando durante más de una década con diversos actores del sector agroalimentario, demuestra que la investigación aplicada no solo resuelve problemas de hoy, sino que prepara al campo para los desafíos de mañana.

“Lo que se está sembrando en Tlaltizapán no es únicamente arroz”, concluye Bañuelos. “Son semillas de soberanía alimentaria, de innovación y de futuro”.