
Todo comienza con una semilla. Pequeña, silenciosa y aparentemente inofensiva, es el punto de partida de la agricultura y la esperanza de millones de personas en todo el mundo. Pero también puede convertirse en un vehículo de amenaza si porta, sin saberlo, una plaga o enfermedad. En México, proteger esa frontera invisible ha sido una misión de Estado desde hace más de un siglo. Y hoy, en una era marcada por el cambio climático y la globalización, esa misión es más relevante que nunca.
La historia de la sanidad vegetal en México se remonta a 1900, cuando se creó la Comisión de Parasitología Agrícola. Desde entonces, los esfuerzos por proteger los cultivos del país han evolucionado hasta consolidarse en el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA), una institución clave para salvaguardar la agricultura mexicana y abrir las puertas a mercados internacionales. Esta tarea, sin embargo, no se realiza en solitario. Desde hace más de tres décadas, CIMMYT ha sido un aliado estratégico en esta labor, poniendo al servicio de la sanidad vegetal su experiencia científica, su infraestructura de primer nivel y su alcance global.
Uno de los pilares de esta colaboración es el Laboratorio de Sanidad de Semillas del CIMMYT, un espacio discreto pero decisivo ubicado en Texcoco, Estado de México. Operando desde 1988, este laboratorio —reconocido como órgano de coadyuvancia de SENASICA— examina con rigor cada muestra de semilla que entra o sale del país, asegurando que esté libre de plagas o enfermedades que puedan representar un riesgo para otros cultivos. Aquí se analizan más de 40 mil líneas de semilla cada año, la mayoría destinadas a centros de investigación en Asia, África y América Latina. Las pruebas deben ser rápidas y certeras, pues el tiempo de siembra no espera y cualquier retraso podría afectar la investigación agrícola global.
Este esfuerzo no sería posible sin la estrecha colaboración con SENASICA, que autoriza y supervisa el trabajo del laboratorio, y que ha aprobado al equipo técnico de CIMMYT en áreas como virología, micología y bacteriología. Noemí Valencia, responsable del laboratorio, lo resume con claridad: “Nuestro trabajo es invisible, pero fundamental. Si una semilla contaminada cruza fronteras, puede tener consecuencias devastadoras para la seguridad alimentaria”.
Más allá del análisis de rutina, esta alianza ha impulsado innovaciones como el Laboratorio de Fitopatología Portátil y en Tiempo Real (MARPLE), capaz de identificar en solo 48 horas cepas específicas de la roya del trigo. Esta capacidad de respuesta es crucial para contener brotes antes de que se expandan. Además, CIMMYT y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (AGRICULTURA) promueven el uso de variedades resistentes a enfermedades, prácticas poscosecha que reducen pérdidas por plagas de almacén y métodos agroecológicos que mantienen los ecosistemas en equilibrio.
La sanidad vegetal es hoy una prioridad estratégica global. Según la FAO, hasta el 40 % de los cultivos alimentarios se pierde cada año por plagas y enfermedades. Estas pérdidas afectan no solo la producción y la economía, sino también la salud y la estabilidad de comunidades enteras. Y si consideramos que cerca del 50 % del trigo y el 30 % del maíz cultivado en el mundo tiene su origen en germoplasma desarrollado por CIMMYT, resulta evidente que lo que ocurre en México tiene implicaciones planetarias.
Proteger las semillas es, en realidad, proteger el futuro. Gracias a instituciones sólidas, cooperación científica y compromiso continuo, México se mantiene como un referente en sanidad vegetal. Y desde su laboratorio en Texcoco, CIMMYT continúa resguardando hoy, con ciencia y precisión, los cultivos del mañana.