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Las abejas en el corazón del campo

En el Día Mundial de las Abejas, el CIMMYT resalta cómo el manejo agroecológico de plagas y la biodiversidad funcional son clave para proteger a estos polinizadores fundamentales y fortalecer sistemas agrícolas más sanos y resilientes.

Productores en parcela con girasol y maíz como parte de una estrategia de biodiversidad funcional y manejo agroecológico de plagas (MAP). (Foto: cortesía de Helios Escobedo-Cruz)
Productores en parcela con girasol y maíz como parte de una estrategia de biodiversidad funcional y manejo agroecológico de plagas (MAP). (Foto: cortesía de Helios Escobedo-Cruz)

Cada 20 de mayo se conmemora el Día Mundial de las Abejas, una fecha que nos invita a reflexionar sobre el papel fundamental que estos insectos cumplen en los sistemas agrícolas y en el equilibrio de los ecosistemas. En el contexto de la agricultura regenerativa y del Manejo Agroecológico de Plagas (MAP), las abejas representan mucho más que solo ser polinizadoras; son aliadas clave para sostener la biodiversidad funcional en los campos de cultivo.

El MAP, una estrategia que se basa en principios de la agroecología, busca reducir el uso de agroquímicos y fomentar prácticas que promuevan el equilibrio natural entre los cultivos, los insectos benéficos y el ambiente. En palabras de Helios Escobedo-Cruz, colaborador del CIMMYT desde 2009 y especialista en fitotecnia con más de 15 años de experiencia en campo: “Las abejas de manera general, para mí, son una parte fundamental dentro de los ecosistemas. Sin ellas, los alimentos estarían mucho más limitados”.

El MAP contempla seis líneas estratégicas: monitoreo y manejo etológico con trampas,  uso de extractos vegetales o minerales,  control biológico mediante enemigos naturales (depredadores, parasitoides y entomopatógenos) y la promoción de biodiversidad funcional. Esta última es crucial para crear hábitats que alimenten y resguarden a enemigos naturales y polinizadores. “La biodiversidad funcional nos permite proteger a los cultivos de plagas insectiles, enfermedades y atraer a polinizadores como abejas, abejorros o sírfidos. Además, ciertas plantas con inflorescencias llamativas no solo sirven como atrayentes, sino que también regeneran el suelo o ayudan a controlar malezas”, explica Escobedo-Cruz.

Abeja en flor de Tithonia diversifolia (botón de oro), una planta clave en estrategias de biodiversidad funcional. Este tipo de especies florales proveen néctar y polen, favoreciendo la presencia de polinizadores en parcelas agrícolas manejadas con enfoque agroecológico. (Foto: cortesía de Helios Escobedo-Cruz)
Abeja en flor de Tithonia diversifolia (botón de oro), una planta clave en estrategias de biodiversidad funcional. Este tipo de especies florales proveen néctar y polen, favoreciendo la presencia de polinizadores en parcelas agrícolas manejadas con enfoque agroecológico. (Foto: cortesía de Helios Escobedo-Cruz)

Junto a las abejas, existen otros insectos que cumplen funciones vitales en el ecosistema. Los sírfidos, por ejemplo, actúan como controladores de plagas en su etapa larval y como polinizadores en su etapa adulta. Incluso algunas especies consideradas plagas, como la Euphoria basalis, al trasladarse entre flores pueden contribuir indirectamente a la polinización. “Muchos insectos que se alimentan de néctar y polen, como los parasitoides, actúan como controladores de plagas en una etapa y como polinizadores en otra. Por eso necesitamos cultivos florales que embellezcan la parcela y mantengan ese equilibrio”, añade.

Una práctica clave para cuidar a las abejas es evitar las aplicaciones de productos durante las horas de su mayor actividad. “Las abejas son nuestras aliadas: incluso nos indican los momentos adecuados para aplicar extractos vegetales. Si las vemos en el campo, no es momento de aplicar”, recomienda Escobedo-Cruz. Además, establecer barreras vivas y conservar especies como la jara ayudan a mantener refugios y fuentes de alimento para estos polinizadores.

El reconocimiento del valor de las abejas no debe limitarse a una fecha conmemorativa. Su presencia en las parcelas es señal de un ecosistema sano, funcional y productivo. Favorecer su conservación no solo beneficia al medio ambiente, sino que también fortalece la resiliencia de los sistemas agrícolas. Como recuerda Helios Escobedo-Cruz, “las abejas son los principales polinizadores de nuestro planeta, y sin ellas, la agricultura simplemente no sería posible”.

Cuando hablamos de sustentabilidad agrícola, nos referimos a un conjunto integral de variables: la calidad de la semilla, la salud del suelo, la gestión responsable de los recursos naturales y la producción con impactos positivos. Por eso, la estrategia de intensificación sustentable y el Manejo de Agroecosistemas Productivos (MAP) están estrechamente vinculados; juntos, no solo crean un entorno propicio para la sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios en México, sino que también refuerzan su resiliencia frente a variaciones climáticas y presiones ambientales. Además, estas iniciativas empoderan a los productores para ser agentes activos del cambio, al reducir el uso de insumos que dañan la diversidad de insectos polinizadores y minimizar los impactos negativos sobre el entorno.

El MAP es una de las muchas estrategias que, durante años, ha promovido el equipo del CIMMYT a través de colaboraciones interinstitucionales. Su objetivo es brindar herramientas valiosas, inclusivas y beneficiosas que mejoren la calidad de vida y el bienestar de los productores, al mismo tiempo que garantizan la conservación del ambiente. Al fomentar prácticas que integran eficiencia productiva y cuidado ecológico, el MAP contribuye a construir sistemas agroalimentarios más fuertes, resilientes y participativos.