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Catalizando la agricultura a pequeña escala en México

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Los científicos del CIMMYT, fundado en México en 1966, han llevado a cabo décadas de investigación participativa con los agricultores a pequeña escala de maíz de México para mejorar sus variedades locales en rasgos como el rendimiento y la resistencia a insectos, toda vez que preservan su calidad especial de grano, así como para probar y promover prácticas de conservación de recursos como la siembra directa y otras.

La agricultora María Luisa Gordillo Mendoza cosecha una parcela de maíz cultivado con técnicas de agricultura de conservación en su campo de Nuevo México, Chiapas. (Foto: Peter Lowe/CIMMYT)

Las operaciones agrícolas de pequeños productores representan más del 80% de todas las propiedades agrícolas del mundo y producen cerca de 35% del alimento del mundo, según datos del censo de la FAO y estudios de seguimiento.

Se estima que dos terceras partes de los agricultores en México son pequeños productores que comúnmente trabajan agroecologías difíciles dispersas por el terreno montañoso del país y aplican prácticas de subsistencias generacionales para cultivar variedades de maíz de bajo rendimiento.

Los sistemas antiguos de cultivo múltiple de milpas pueden elevar el presente y el futuro

El sistema de cultivo múltiple de milpa, en el que el maíz se cultiva junto con frijoles, calabazas u otras hortalizas, tiene una historia milenaria en América y puede proporcionar un suministro vital de alimentos y nutrientes para las comunidades marginadas y de escasos recursos.

Una hectárea de una milpa compuesta de maíz, frijol común y papas puede proporcionar las necesidades anuales de carbohidratos de más de 13 adultos, suficiente proteína para casi 10 adultos y cantidades adecuadas de varias vitaminas y minerales, según un estudio reportado en Nature Scientific Reports en 2021 y liderado por el CIMMYT en las tierras altas occidentales de Guatemala, una región aislada y empobrecida.

Sin embargo, las milpas generalmente se cultivan en tierras de extensión mucho menores que una hectárea, por lo que los hogares no pueden depender solo de este cultivo intercalado para satisfacer sus necesidades. ¿Una solución? Milpas personalizadas que fusionen la sabiduría y las prácticas ancestrales con la innovación basada en la ciencia.

Un ejemplo es la siembra de árboles frutales como la guayaba, el aguacate, mangos, duraznos o limas, entre otros, entre los cultivos de las milpas en líneas perpendiculares a las laderas de los cerros. El Instituto Nacional de Investigación Forestal, Agrícola y Pecuaria (INIFAP) y el Colegio de Postgraduados (ColPos) de México probaron y promueven está práctica en la región de Los Tuxtlas en el estado de Veracruz; además, ha sido perfeccionada por agricultores en otras áreas por medio de redes de innovación lideradas por el CIMMYT.

Cultivos de milpa plantados en líneas perpendiculares a la pendiente en una ladera empinada en Chiapas, México. (Foto: Peter Lowe/CIMMYT)

En Los Tuxtlas la práctica generó ingresos y nutrición adicionales, redujo la erosión de forma drástica, mejoró la eficiencia del uso de tierras y agua en alrededor de 50% y aumentó la salud y fertilidad del suelo.

En el estado de Puebla y otras partes del sur y suroeste de México, los cultivos intercalados de milpa y árboles frutales han funcionado bien en laderas empinadas. En el estado de Oaxaca, por ejemplo, versiones de la práctica han mejorado de forma notable la agricultura de comunidades en las regiones Mixe y Mazateca con el respaldo de la Agencia Mexicana para el Desarrollo Sustentable de las Laderas (AMDSL), un socio en un cento de investigación del CIMMYT en la región.

Investigaciones realizadas por la AMDSL y el CIMMYT en parcelas de pequeños productores en dos municipios de Oaxaca que han combinado milpas con la producción de durazno y aguacate, así como prácticas de agricultura de conservación durante más de una década han encontrado que la diversificación de cultivos, junto con el uso de la labranza cero y mantener el rastrojo en el suelo en lugar de removerlo o quemarlo aumentó los rendimientos anuales hasta en 1.7 toneladas por hectárea y redujo el riesgo de pérdidas catastróficas de cultivos debido a sequías u otros extremos climáticos.

El maíz azul agrada a comensales y genera ganancias

Las variedades locales de maíz rinden menos que los híbridos, pero todavía se cultivan porque brindan una calidad grano ideal para los alimentos tradicionales, así como hojas y tallos comercializables para alimentar animales de granja y hojas de maíz para envolver tamales, por nombrar algunos productos.

Con base en largas colaboraciones con INIFAP y la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) para mejorar variedades locales y preservar la diversidad genética de México, los mejoradores del CIMMYT recientemente desarrollaron híbridos de maíz azules y variedades de polinización abiertas.

El maíz azul, que tanto buscan los restauranteros de todo el mundo por su sabor y belleza, normalmente viene de variedades nativas sembradas por agricultores en pequeñas parcelas con bajos rendimientos y calidad variable.

Las variedades nuevas del CIMMYT derivan de razas guatemaltecas, mexicanas y peruanas y proporcionan mayores rendimientos, una calidad de grano más consistente y una mayor resistencia a enfermedades comunes del maíz, lo cual ofrece a agricultores de pequeña escala y otros agricultores mexicanos un producto rentable para la creciente industria restaurantera del país y para las cadenas de exportación.

Selección de variedades de maíz para el estado de Morelos, México. (Foto: ACCIMMYT)

Las líneas parentales endogámicas de los híbridos nuevos se han distribuido a socios privados y públicos, quienes desarrollan sus propios híbridos y variedades de polinización abiertas en México. El CIMMYT sigue probando los nuevos híbridos en diversos sistemas agrícolas para asegurar que produzcan rendimientos estables cuando se cultivan en los campos de agricultores.

Extensión impulsada por datos

Por medio de los sistemas de datos de vanguardia, el CIMMYT ha aprovechado los datos de cerca de 200 mil parcelas, lo que representa más de 26 mil hectáreas en diversas agroecologías, para ofrecer a agricultores mexicanos, incluyendo a productores de pequeña escala, recomendaciones específicas para sus propias tierras que ayudan a que sus sistemas agrícolas sean más productivas, resilientes y sustentables. Esta iniciativa fue respaldada por MasAgro, una colaboración integral de desarrollo entre México y CIMMYT durante 2010-21 y financiada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) de México.