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Último adiós al Dr. Norman Borlaug, incansable luchador contra el hambre y padre de la Revolución Verde

images_borlaug_NEBorlaugLa comunidad del CIMMYT unida en espíritu con la comunidad científica internacional dedicada al desarrollo, lamenta profundamente el deceso del Dr. Norman Borlaug, Padre de la Revolución Verde, Premio Nobel de la Paz 1970, ex investigador de trigo del CIMMYT y el hombre cuyo trabajo incansable salvó de la hambruna a millones de personas. El Dr. Borlaug dejó de existir a los 95 años —por complicaciones del cáncer que padecía—, tras una vida consagrada a combatir el hambre en el mundo en desarrollo.

El Dr. Borlaug trabajó cuatro décadas como investigador del CIMMYT y, de hecho, cuando recibió el Premio Nobel de la Paz formaba parte del personal del CIMMYT.

Las variedades de trigo de alto rendimiento y las prácticas agronómicas mejoradas que generaron por primera vez Borlaug y su grupo de científicos en México en la década de 1950, fueron introducidas en el sur de Asia en los años 1960 y seguramente fueron responsables de evitar que cientos de millones de personas murieran de hambre. Conocida como la Revolución Verde, la labor de Borlaug hizo posible la aplicación de la ciencia a la agricultura en los países en desarrollo. Hoy día, se siembran en 80 millones de hectáreas en todo el mundo los trigos generados a partir de la labor innovadora de Borlaug, trigos que son de alto rendimiento y resistentes a enfermedades.

El Dr. Borlaug recibió el Premio Nobel de la Paz en 1970 por la creación de esas tecnologías y estos logros a la vez culminaron en la fundación de una red de 15 centros internacionales de investigación agrícola, entre ellos, el CIMMYT.

El Dr. Borlaug dejó de trabajar de tiempo completo en el CIMMYT en 1979, aunque siguió siendo consultor residente de tiempo parcial hasta su muerte. En 1984, su carrera profesional tomó un nuevo giro cuando asumió el cargo de profesor en la Universidad Texas A&M, puesto que desempeñó durante 23 años. En 1986 estableció un programa de apoyo a la agricultura en África, junto con el ex presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter, y la Fundación Nipona, del Japón, dirigida por Ryoichi Sasakawa. En 20 años, este programa, denominado Sasakawa-Global 2000, ha colaborado con 15 países africanos con el propósito de transferir tecnologías agrícolas mejoradas a millones de pequeños productores de ese continente.

En particular, el Dr. Borlaug se sentía muy orgulloso de haber contribuido a establecer el Premio Mundial a la Alimentación (World Food Prize) en 1986, con el cual se se reconocen las aportaciones de las personas a la producción mundial de alimentos. Este premio ha adquirido un prestigio similar al de los Premios Nobel, pero en el campo de los alimentos y la agricultura. Hasta ahora, han sido cerca de 25 hombres y mujeres que se han hecho acreedores por sus aportaciones excepcionales en el incremento del volumen, la calidad y la disponibilidad del suministro de alimentos a nivel mundial. Por su parte, la Fundación del Premio Mundial de la Alimentación, con sede en Des Moines, Iowa, Estados Unidos, ha creado excelentes programas educativos para motivar a los jóvenes a unirse a la causa de la producción mundial de alimentos.

El Dr. Borlaug se consideraba a sí mismo profesor además de científico. En la actualidad, varios miles de hombres y mujeres que se dedican a las ciencias agrícolas en más de 50 países tienen el orgullo de haber sido discípulos de Norman Borlaug.

Su prestigio y su nombre le permitieron encabezar la causa para promover el desarrollo para los pequeños productores en todo el mundo. En sus 63 años de carrera profesional, incansable viajero, el Dr. Borlaug visitó los campos de productores y científicos agrícolas en más de 100 países. Se estima que a lo largo de su vida, habló personalmente con más de 500 mil personas, entre alumnos y ciudadanos comunes y corrientes, para exponer ante ellos los retos y las complejidades de la producción mundial de alimentos.

El Dr. Borlaug fue nombrado miembro honorario de las academias de ciencias agrícolas de 11 naciones, recibió 60 doctorados honoris causa y recibió honores por parte de asociaciones cívicas y de productores en 28 países.

No obstante, entre todos los países, el Dr. Borlaug consideraba a México su verdadero hogar y, en particular, al valle del Yaqui, en el estado de Sonora, en la parte noroeste del país. Solía decir que era ahí donde se sentía en casa, en paz. Los sonorenses han correspondido a sus sentimientos, pues, entre otras cosas, el nombre de Borlaug figura en una de las calles principales de Ciudad Obregón, en el corazón del Valle del Yaqui, donde cientos de personas conocen al doctor desde que nacieron.

Aunque el Dr. Borlaug era probablemente mejor conocido fuera de los Estados Unidos, su tierra natal (por ejemplo, en India, Pakistán, China, México y otros países latinoamericanos), su obra ha sido reconocida ampliamente por su país. Por parte del gobierno federal se le otorgaron la Medalla Presidencial a la Libertad, la Medalla Nacional a la Ciencia y el mayor galardón que puede recibir un civil en ese país: la Medalla de Oro del Congreso.

Pero en el CIMMYT el Dr. Borlaug se sentía también como en su casa. Entre el personal se le conocía como una persona sencilla y carismática. Hablaba bien el español y su interés por la gente era genuino. Saludaba y conversaba con todos por igual, ya fueran investigadores o trabajadores del campo. Su pragmatismo y visión en la aplicación de la ciencia en beneficio de los pobres es el legado que deja al CIMMYT y a varias otras instituciones con las que mantuvo relaciones muy estrechas.

El Dr. Borlaug dedicó su vida a combatir el hambre, pero se mantuvo siempre en actitud vigilante, pues, como dijo en su discurso de aceptación del Premio Nobel en 1970: “Es cierto que la lucha contra el hambre ha mejorado… pero la corriente podría cambiar en cualquier momento, si nos damos por satisfechos…”

No hay mayor tributo para el Dr. Borlaug que continuar la tarea a la que él dedicó toda su vida, es decir, aplicar las ciencias agrícolas en beneficio de la humanidad. Norman Borlaug vivirá en nuestros corazones por siempre y, apoyada por nuestros esfuerzos, la obra que él comenzó continuará.