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Tras la ciencia: El arte de sembrar esperanzas

PerlaMa Concepción Castro

En marzo, celebramos el Día Internacional de la Mujer e hicimos un merecido reconocimiento a los grandes logros y proezas de muchas mujeres. En el CIMMYT, tenemos la fortuna de trabajar muy de cerca con colegas extraordinarias. Una de ellas es Perla Chávez Dulanto, científica adjunta del equipo de fisiología del Programa Global de Trigo, que dirige el Dr. Matthew Reynolds.

Chávez llegó al CIMMYT en 2012, inspirada por el legado del Dr. Norman Borlaug, a quien describe como “un hombre que dedicó su vida y su ciencia a ayudar a los más pobres, guiado por su corazón — un aspecto característico de los grandes hombres de ciencia y seres humanos excepcionales”. Pero también vino motivada por la oportunidad de formar parte de un grupo interdisciplinario que trabaja para mejorar la seguridad alimentaria y las condiciones de vida de la gente.

Al terminar su licenciatura de ingeniería agronómica en la Universidad Agraria La Molina, en Lima, Perú, trabajó en agroempresas exportadoras de productos agrícolas a gran escala, en organizaciones no gubernamentales y en instituciones educativas y de extensión. Sin embargo, Chávez, a quien le habían impresionado e inspirado los paisajes que admiraba durante su niñez, pensó que quería aprender más sobre el campo, a fin de ayudar a que los agricultores de bajos recursos pudieran tener buenos cultivos.

“Aunque yo crecí en Lima, mi madre es de Chancay, una ciudad costera cercana, que es el principal proveedor de productos agrícolas de Lima y de exportación. Desde ahí observaba los extensos sembradíos de maíz, papa y productos de panllevar, cuyos surcos llegaban casi hasta la orilla de la playa; escuchaba el canto de las aves; y a lo lejos, veía ballenas o leones marinos retozando en el agua”, recuerda Chávez. Sabía que necesitaba aprender sobre la naturaleza en sí, es decir, suelos, física, ecología, patología, vida animal, etc. Y es que Chávez, desde su niñez y luego por su trabajo, había estado en contacto con agricultores prósperos y agricultores pobres, y conocía las enormes diferencias en su modo de vida.

Perú produce papa y maíz en casi toda su extensión, pero el trigo, así como otros cereales como la cebada y sorgo, principalmente en áreas montañosas. Aunque el trigo es importante para los agricultores a pequeña escala y los de subsistencia, su rendimiento es de apenas 2 o 3 toneladas por hectárea, porque no disponen de materiales mejorados y por los estragos que causan las plagas, enfermedades y estreses abióticos como la sequía. Chávez pensó que Perú y la región andina podrían beneficiarse de la investigación científica aplicada a la agricultura, y esto la motivó a seguir preparándose. Hizo una maestría en entomología con estudios complementarios en manejo integrado de plagas y horticultura en La Molina y en la Universidad Agrícola de Wageningen, Países Bajos. Para su doctorado, en las Universidades de Wageningen y de las Islas Baleares, en España, desarrolló un proyecto del Centro Internacional de la Papa (CIP), utilizando teledetección, para la detección temprana de estreses bióticos y abióticos en cultivos de papa. Trabajó ocho años en el CIP y, por sus actividades, tuvo la oportunidad de viajar por todo el Perú.

Chávez trajo consigo su experiencia acumulada al grupo de fisiología, y dice ser afortunada por el apoyo interdisciplinario que le han brindado sus colegas del Programa Global de Trigo. Durante el tiempo que lleva en el CIMMYT ha organizado dos cursos de fisiología vegetal para personal nacional en Ciudad Obregón, y editó y coordinó la traducción del inglés al español de los manuales Fitomejoramiento Fisiológico volumen I y volumen II. También ha apoyado a los científicos Amor Yahyaoui y Pawan Singh en días de demostración en los campos de Toluca; y coordinado visitas de estudiantes y niños en Ciudad Obregón.

“Me gusta hacer investigación colaborativa en el Programa de Trigo y en el CIMMYT en general, porque intervienen mejoradores, patólogos, expertos en agricultura de conservación e investigadores de otras disciplinas”, enfatiza Chávez. “Si trabajamos todos juntos, podemos avanzar más rápido y desarrollar nuevas técnicas o tecnologías para la identificación y selección de genotipos con muy buenas combinaciones de caracteres. Luego, esos genotipos— después de varios pasos— se pueden poner a disposición de los agricultores. Así podemos producir impactos en la vida de las personas de manera más eficiente”.

Chávez pronto iniciará una nueva etapa en su vida, como mamá, en mayo. Le emociona el hecho de poder compartir con su hijito otros talentos que ella tiene, como el dibujo, la pintura y la escultura.