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Preguntas y respuestas: La científica Thokozile Ndhlela inspira a las jóvenes africanas a estudiar carreras agrícolas

Ndhlela cree que si a la investigación agrícola se le otorga una alta prioridad, resultará atractiva para un mayor número de profesionales capacitados, sobre todo mujeres y gente joven.

CIMMYT maize breeder, Thokozile Ndhlea (left), inspects a maize trial field with smallholder farmer, Otilia Chirova, in Mashonaland East, Zimbabwe. Photo: Johnson Siamachira/CIMMYT
Thokozile Ndhlela (izquierda), mejoradora de maíz del CIMMYT, inspecciona ensayos de maíz con la pequeña agricultora Otilia Chirova, en Mashonaland oriental, Zimbabwe. Foto: Johnson Siamachira/CIMMYT

HARARE, Zimbabwe (CIMMYT)—Thokozile Ndhlela, de 47 años, nunca se imaginó que crecer en una zona rural de Zimbabwe la inspiraría a convertirse en una respetada científica agrícola que está ayudando a cambiar la agricultura encontrando soluciones basadas en la ciencia a algunos de los complejos problemas que enfrentan los agricultores africanos.

Ndhlela actualmente trabaja como posdoctorada en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Harare, la capital de Zimbabwe, desde donde alienta a las jovencitas a elegir opciones que las lleven a estudiar una carrera en agricultura. La edad promedio de muchos agricultores en todo el mundo es de más de 60 años y, por tanto, como parte de su trabajo, Ndhlela también alienta a los jóvenes a dedicarse a la agricultura.

“Existen muchas buenas oportunidades de mejorar más la productividad agrícola y la seguridad alimentaria y nutricional en mi país, y en muchos otros países”, afirma Ndhlela sonriente.

Proviene de una familia humilde –creció y vivió en una pequeña finca mientras estudiaba la primaria, la secundaria y la universidad– y ahora ha comenzado a cosechar los frutos de su esfuerzo.

Reconoce que su papá, que es agricultor, fue el que la inspiró para que estudiara ciencias agrícolas.

“Mi papá fue la gran fuente de inspiración que me llevó a incursionar en la agricultura”, afirma Ndhela. “Desde la preparatoria, él me alentaba a estudiar ciencias. Solía jactarse diciendo que su hija iba a estudiar ciencias agrícolas y que regresaría a ayudarle a trabajar en su parcela”.

Su sueño se hizo realidad.

“Ahora me siento orgullosa porque él siembra las variedades mejoradas de maíz que yo le proporciono”, dice, y agrega que su papá orgullosamente le cuenta a sus amigos que las variedades que siembra han sido mejoradas por su hija.

Thokozile Ndhlela shows pro-vitamin A maize to visiting scientists at CIMMYT-Southern Africa regional office in Harare, Zimbabwe. Photo: Johnson Siamachira/CIMMYT
TThokozile Ndhlela muestra maíz con provitamina A a científicos visitantes en un campo de la oficina regional del CIMMYT en Harare, Zimbabwe. Foto: Johnson Siamachira/CIMMYT

Para Ndhlela, este proceso a veces ha sido largo y difícil. Ha tenido que vencer los viejos estereotipos que ponen en duda la capacidad de la mujer para estudiar ciencias y hallar un balance entre sus aspiraciones profesionales y sus compromisos familiares. En un principio deseaba ser profesora, pero cambió de idea y se convirtió en científica agrícola.

Ndhlela cree que si a la investigación agrícola se le otorga una alta prioridad, resultará atractiva para un mayor número de profesionales capacitados, sobre todo mujeres y gente joven.

“Me siento muy contenta al ver que los agricultores de mi región utilizan los resultados de mi trabajo de investigación”, agrega la científica.

Su sueño de ser científica fue cultivado por sus profesoras de la escuela secundaria. Al terminar la secundaria en 1989, se inscribió en la Escuela Gwebi de Agricultura, en las afueras de Harare, donde obtuvo un diplomado nacional en agricultura. Posteriormente, trabajó en el Instituto de Fitotecnia de Zimbabwe del Departamento de Agricultura y Servicios Especializados del Ministerio de Agricultura (DRSS). Mientras trabajaba en DRSS estudió una licenciatura en ciencias agrícolas en la Universidad Abierta de Zimbabwe y más tarde cursó estudios de maestría en fitotecnia en la Universidad de Zambia. Durante su estancia en DRSS empezó su trabajo de investigación y obtuvo su doctorado en la Universidad del Estado Libre de Sudáfrica en 2012 con la tesis titulada Improvement strategies for yield potential, disease resistance and drought tolerance of Zimbabwean maize inbred lines (Estrategias para mejorar el potencial de rendimiento, la resistencia a enfermedades y la tolerancia a sequía de líneas endogámicas de maíz de Zimbabwe).

“Mi mayor orgullo es ver que los agricultores de Zimbabwe y otros lugares siembran variedades mejoradas de maíz para aumentar su seguridad alimentaria y mejorar su modo de vida”, enfatiza. “Después de graduarme, estaba deseosa de poner en práctica mis habilidades y trabajé mucho para generar maíz con tolerancia al calor y la sequía, resistencia a enfermedades y otros factores adversos”.

Ndhlela ha tenido la buena suerte de poder implementar los resultados de su trabajo. Cuando trabajaba en el sistema nacional de investigación, coordinó el programa de mejoramiento y por tres años consecutivos obtuvo el premio al Mejor Programa de Mejoramiento que otorga el CIMMYT en el sur de África. Este gran logro culminó cuando más tarde recibió el Premio Presidencial de Zimbabwe a la Excelencia en Investigación Agrícola en 2015. Bajo su guía, en cinco años, el programa liberó siete híbridos de alto rendimiento y tolerantes a sequía y dos variedades de polinización libre.

“Ésta no fue una tarea fácil, puesto que implicó mucho trabajo y tolerancia”, recuerda Ndhlela. “Solía pasar mucho tiempo en el campo, porque el mejoramiento de las plantas se hace en el campo y no en la oficina”.

Hacer frente a los problemas

Out in the field with other researchers: Thokozile Ndhlela (far right), demonstrating maize breeding work at a CIMMYT-southern Africa partner days in Harare, Zimbabwe. Photo: Johnson Siamachira/CIMMYT
En el campo con otros investigadores, Thokozile Ndhlela (extrema derecha), muestra el trabajo de mejoramiento de maíz durante un día de demostración a colaboradores del CIMMYT en el sur de África, en Harare, Zimbabwe. Foto: Johnson Siamachira/CIMMYT

En África, la seguridad alimentaria y nutricional sigue siendo una gran preocupación. La pérdida de fertilidad del suelo es un problema crítico en la región, ya que causa pérdidas de rendimiento. El cambio climático podría ocasionar que el número de personas desnutridas en África subsahariana aumente en 40% para 2050 –de 223 millones a 355 millones de personas, según la Alianza por una Revolución Verde en África. Este problema requerirá mucha innovación y mucho trabajo científico.

Ndhlela opina que los pequeños agricultores deberían hacer un cambio en la agricultura, cuyo estatus actual en la economía es mayormente informal, para que pase a formar parte del sector comercial formal, con un sistema más estructurado dirigido especialmente a las mujeres jóvenes. En consecuencia, las mujeres en la agricultura tendrían un papel fundamental en la generación de ingresos y la creación de empleos en el sector agrícola. Cuando se plantea apropiadamente, añade Ndhlela, la agricultura puede convertirse en una carrera atractiva, especialmente para los jóvenes. Además, dice, África necesita más científicos, sobre todo mujeres científicas.

Ndhlela, madre de cuatro hijos, cree que puede hacer una diferencia en la vida de las personas a través de la investigación agrícola para el desarrollo. En esta entrevista, Ndhlela nos comparte sus puntos de vista sobre las mujeres en la agricultura.

Cuéntenos algo de su niñez
Nací en el distrito de Matobo, provincia del sur de Matabelelandia, Zimbabwe. Soy la segunda en una familia de tres hombres y dos mujeres. Viví gran parte de mis primeros años con mis abuelos paternos en la zona rural de Matobo. Mis abuelos se ganaban la vida con la producción comercial de productos hortícolas. Les apasionaba la agricultura, y recuerdo que cuando estaba en primero de primaria me despertaban muy temprano para que fuera al campo a trabajar antes de irme a la escuela. Cuando regresaba de la escuela, y durante los fines de semana, tenía la responsabilidad de cuidar un rebaño de cabras. A mis papás también les apasionaba la agricultura y cuando no teníamos clases, todos ayudábamos a mis abuelos con el trabajo de la finca.

¿Cuál era uno de sus sueños de niña?
Mi sueño de niña era convertirme en maestra. Me inspiraban mis padres y mis numerosos parientes que tenían esa profesión.

¿Hubo alguna científica que en particular la haya inspirado cuando iba a la escuela?
Me sentí particularmente inspirada por mis maestras de biología y de química. Ellas me enseñaron que las mujeres pueden hacer todo lo que los hombres hacen.

“Las mujeres no deben creer que la capacitación en ciencias en la universidad es solo para hombres.” ¿Qué opina de esto?
Antes, las jovencitas preferían alejarse de la ciencia, sobre todo a nivel universitario, pero con la nueva generación parece que esto ha cambiado, ya que más jovencitas están siguiendo programas en ciencias.

Los modelos a seguir también son fundamentales cuando uno planea su futuro ¿Quién la inspiró a obtener un doctorado en agricultura?
La Dra. Marianne Bänziger, subdirectora general de investigación y colaboración del CIMMYT (que en aquel tiempo era directora del Programa Global de Maíz del CIMMYT con base en Kenia), me alentó a estudiar un doctorado. Esto era algo que no figuraba en mis planes hasta que la Dra. Bänziger me preguntó si me gustaría estudiar para obtener un doctorado. Me prometió que el CIMMYT me ayudaría a encontrar un lugar donde estudiar.

Existe la falsa idea de que el que estudia ciencias agrícolas solo puede trabajar en el campo. ¿Es este el caso?
Esta idea solía predominar sobre todo cuando estudiaba para obtener mi diplomado nacional. Practicábamos deportes con los estudiantes de otras escuelas técnicas que solían burlarse de nosotros los estudiantes de agricultura porque pensaban que solo podríamos trabajar en una finca. Ni siquiera mis amigas de la preparatoria entendían por qué había decidido estudiar agricultura. Me preguntaban si trabajaría en una finca. Pero esto está cambiando. La gente ahora está consciente de las oportunidades que ofrecen las ciencias agrícolas. Personalmente, me he encontrado con padres que me preguntan qué se necesita para que sus hijos estudien ciencias agrícolas. Tengo una carrera en ciencias y agricultura y las jovencitas pueden hacerlo, también.

Cuéntenos de su experiencia como mujer científica en el DRSS. ¿Qué significó para usted ser una mujer investigadora? ¿Y cuál ha sido su experiencia en el CIMMYT?
Como mujer investigadora en el DRSS, mis colegas, tanto hombres como mujeres, me tenían mucho respeto. Esto me inspiró y me dio ánimos para tratar de llegar aun más lejos. Empecé a trabajar en el DRSS en 1994 después de terminar mi diplomado. Con determinación e inspiración, logré concluir mis estudios de doctorado en fitotecnia.

En el DRSS, lideré el Instituto de Fitotecnia y ganamos el premio nacional a la excelencia en mejoramiento de maíz. El Premio Robert Gabriel Mugabe (en honor del presidente de Zimbabwe) se otorga cada dos años a lo más destacado de la ciencia. El premio de US $15,000 fue otorgado al Programa Nacional de Mejoramiento de Maíz del Instituto de Fitotecnia por su destacada labor en la investigación para la producción y liberación de la variedad ZS265. Esta variedad posee excelente tolerancia a enfermedades, sequía y escasez de nitrógeno, y, por tanto, es adecuada para la producción en condiciones de aridez.

En reconocimiento a su invaluable iniciativa en el uso del fitomejoramiento para ayudar a resolver los problemas de productividad en parcelas de pequeños agricultores, el proyecto del CIMMYT Maíz Tolerante a la Sequía para África otorgó a Zimbabwe cinco veces, de 2008 a 2014, el premio al “Mejor equipo de mejoramiento de maíz en el sur de África”.

La inseguridad alimentaria es un problema que se puede resolver si logramos entregar nuevos conocimientos y habilidades a los agricultores de manera sostenible. Habrá problemas para la producción si no integramos el cambio climático, la fertilidad del suelo y el agua.

Que el CIMMYT me contratara como mejoradora de maíz en 2014 fue un sueño hecho realidad y me siento muy bien retribuida por mi trabajo. Como el fitomejoramiento es un área en la que predominan los hombres en la oficina regional del CIMMYT en el sur de África, me siento obligada a ser aun mejor y demostrar que hasta las mujeres podemos hacer este trabajo. Creo que sirvo de inspiración a las mujeres que están estudiando ciencias.

Durante su capacitación, ¿qué actitud tomaban los hombres hacia usted?
Siempre tuve el respecto de algunos de mis colegas del sexo masculino, pero otros me menospreciaban. Sin embargo, tuvieron que cambiar su actitud cuando se dieron cuenta de que yo era mejor que ellos en los estudios. Recuerdo muy bien una escena en la Universidad de Zambia donde yo era la única mujer entre 10 estudiantes de maestría en ciencias.

¿Cuál fue el principal resultado de su investigación agrícola?
El principal logro de mi investigación agrícola fue la exitosa producción de híbridos de alto rendimiento, tolerantes a sequía y resistentes a enfermedades.

¿Hasta qué grado participa en la innovación agrícola del CIMMYT?
Trabajo específicamente en un programa especial de fortificación de maíz con provitamina A. Este trabajo de investigación, por un lado, es desafiante y, por otro, gratificante, ya que mis colegas me respetan por los avances que he hecho. Con este trabajo buscamos aminorar el problema de la deficiencia de vitamina A que prevalece en muchos países en desarrollo, entre ellos los países del sur de África. Hay pruebas sólidas de que la deficiencia de vitamina A afecta al sistema inmunológico e incluso puede afectar el desarrollo del cerebro. Sin embargo, la buena ciencia puede hacer una enorme diferencia al enriquecer los cultivos alimentarios básicos, como el maíz, con provitamina A y proporcionar alimentos biofortificados con nutrientes a las familias campesinas de subsistencia.

En Zimbabwe, casi uno de cada cinco niños de menos de cinco años padecen deficiencia de vitamina A. La deficiencia de esta sustancia causa bajo IQ, retraso en el crecimiento, ceguera en niños, mayor susceptibilidad de niños y adultos a enfermedades y constituye un gran riesgo de salud para las madres –y sus bebés– durante el parto. En colaboración con HarvestPlus y otros científicos del CIMMYT, me las he ingeniado para facilitar la investigación y liberación de cuatro híbridos que contienen provitamina A en Malawi, Tanzania (dos), Zambia (seis) y Zimbabwe (cuatro).

¿Trabajar en el CIMMYT en la biofortificación del maíz ha enriquecido sus conocimientos y habilidades?
Trabajar en el CIMMYT me ha hecho avanzar en la ciencia. Esto, combinado con un mejor liderazgo y el mejoramiento gradual de la habilidad para comunicarme, me ha dado mucha seguridad en mi carrera. Antes de trabajar en el CIMMYT, sabía poco de la biofortificación del maíz. Desde entonces he adquirido muchos conocimientos y ahora puedo explicarle a la gente lo que estoy haciendo con mucha confianza y mucho entusiasmo. ¡Me encanta hacerlo!

Las mujeres tienen enormes retos todos los días y a menudo no tienen el apoyo que necesitan. El ambiente laboral suele ser hostil para las mujeres científicas. ¿Piensa usted que, al trabajar en el CIMMYT, los científicos hombres ven a las científicas como sus iguales, como colaboradoras en la investigación agrícola para el desarrollo?
Creo que los científicos hombres del CIMMYT son maduros y ven a las mujeres científicas como sus iguales en la investigación agrícola para el desarrollo, y los respeto por eso.

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