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Pese a las adversidades, las mujeres que se hacen cargo de sus propias familias son un modelo de autonomía e innovación

Los estudios de caso de GENNOVATE realizados en la zona rural de Etiopía revelan normas de género más restrictivas que en muchos de los otros poblados que estudiamos.

GENNOVATE research reveals women-headed households often experience high rates of poverty reduction. Photo: CIMMYT/P. Lowe
Los grupos de enfoque de GENNOVATE dan testimonio de las altas tasas de reducción de pobreza en comunidades donde un gran número de familias son encabezadas por mujeres. Foto: CIMMYT/P. Lowe

Patti Petesch y Lone Badstue

Patti Petesch es asesora experta de GENNOVATE e investigadora adjunta del CIMMYT.

Lone Badstue, presidenta del Comité Ejecutivo de GENNOVATE y líder estratégica de la investigación de género, contribuyó a la redacción de este artículo.

Algunas veces ocurren cambios donde uno menos espera.

En muchas culturas, las familias encabezadas por viudas son de los grupos poblacionales más pobres y excluidos. En diversas zonas rurales, y sobre todo donde las leyes consuetudinarias siguen ejerciendo gran control, las viudas tienen que ceder su casa, sus tierras, su ganado y otros bienes a la familia de su difunto marido —lo cual las deja en la indigencia total, pese a que ellas solas tienen que mantener a sus hijos. La pobreza y el ostracismo que tienen que soportar mujeres y niños a causa de un divorcio o una separación son aun más severos, ya que pueden perder el respeto de la comunidad.

Sin embargo, surgieron historias de resiliencia, cambio y logros en los testimonios de muchas mujeres que son el sostén de su hogar y que participaron en un reciente estudio cualitativo que exploró el género y los procesos de innovación en 27 poblados de las regiones productoras de maíz de Etiopía, Malawi, México, Nepal, Nigeria, Tanzania y Zimbabwe.

El estudio, realizado bajo el patrocinio de GENNOVATE, una iniciativa de investigación comparativa del CGIAR financiada por la Fundación Bill & Melinda Gates, exploró cómo las normas de género afectan la innovación agrícola. Reveló que muchas de las mujeres “independientes” incluidas en nuestra muestra se sienten muy fortalecidas por su experiencia como sostén de sus familias y administradoras de sus propias tierras, su ganado y sus ventas al por menor que les permiten ganar suficiente para cubrir sus gastos. Además, los grupos de enfoque dan testimonio de las altas tasas de reducción de pobreza en comunidades donde un gran número de familias son encabezadas por mujeres.

Estos resultados son congruentes con las tendencias en África subsahariana, donde las familias encabezadas por mujeres ahora constituyen una de cada cuatro familias de la región y están experimentando una reducción de pobreza más rápida que las familias encabezadas por hombres, según datos de un reciente estudio del Banco Mundial. La alta tasa de migración masculina es un aspecto importante de estas tendencias.

En nuestros datos encontramos muchas viudas que crean innovaciones en sus medios de sustento basados en la agricultura y que están saliendo de la pobreza.

“Me siento muy orgullosa de decir que yo soy una de ellas”, afirma una agricultora de 42 años de un poblado etíope, al relatar cómo logró sacar a su familia de la pobreza. “He estado haciendo cambios desde que me divorcié de mi esposo y empecé a criar sola a mis ocho hijos. Renté un terreno… y me uní a equb (un grupo de ahorros informal) para comprar insumos para mi terreno. También siembro hortalizas y vendo leña.”

En otro poblado etíope, un agricultor de 35 años, padre de seis hijos, nos contó cómo una viuda de su localidad escapó de la pobreza y se “volvió famosa en la zona por su valentía”. El hombre cuenta cómo la mujer salió adelante procesando y vendiendo banano falso (un tubérculo que se procesa para obtener una serie de productos comestibles) en el mercado, con cuyas ganancias compró un becerro para empezar a criar ganado.

También supimos de una mujer de 48 años, en Etiopía, que se separó de su esposo y se las arregló para mantener a sus ocho hijos utilizando las técnicas agrícolas que había aprendido de su esposo y sembrando semilla mejorada de maíz. También fue una de las primeras personas que sembró papa en la región y se convirtió en una de las agricultoras modelo en la zona donde vive.

Photo: CIMMYT/P. Lowe
Los estudios de caso de GENNOVATE revelan normas de género más restrictivas en la zona rural de Etiopía que en los demás poblados estudiados. Foto: CIMMYT/P. Lowe

Los estudios de caso de GENNOVATE realizados en la zona rural de Etiopía revelan normas de género —es decir, reglas sociales que rigen el comportamiento cotidiano de los hombres y las mujeres— más restrictivas que en muchos de los otros poblados que estudiamos. Estas son comunidades donde las normas de género impiden que las mujeres participen en la toma de decisiones familiares, que anden solas por el pueblo y que tengan trabajo remunerado. Para sostenerse a sí mismas y a sus hijos, se considera aceptable que las mujeres que son el sostén de su familia trabajen sin hacer caso a estas normas sociales.

Las participantes del estudio son cuidadosas al diferenciar entre las normas más flexibles de género que se aplican a las viudas y otras mujeres que son jefas de familia en comparación con las normas más restrictivas para las mujeres casadas.

Una participante del grupo de enfoque de mujeres pobres de un poblado de Malawi señaló que es más fácil para una viuda conseguir un trabajo remunerado “porque no tienen a nadie que las mantenga”.

“Ellas también pueden tomar sus propias decisiones respecto al trabajo porque no son controladas por sus esposos como las mujeres casadas”, agrega. En una comunidad indígena de bajos recursos en México, uno de los integrantes del grupo de enfoque de hombres no pobres declaró que solo deberían salir del poblado las viudas que van al mercado a vender, ya que la obligación de las mujeres casadas es “atender la casa”.

Uno de los resultados que menos esperábamos de los estudios de caso de GENNOVATE con productores de maíz es el número desproporcionado de mujeres que dijeron ser jefas de familia en nuestra muestra de entrevistas semiestructuradas con mujeres “innovadoras”.

Las habíamos elegido para estas entrevistas porque en sus comunidades se sabe que les gusta probar cosas nuevas. De las 54 mujeres innovadoras que entrevistamos, 21 (casi 40%) dijeron ser jefas de familia de jure (por derecho)—solteras, viudas, separadas o divorciadas. Esta cifra no incluye a las mujeres entrevistadas que dijeron estar casadas pero cuyos esposos trabajan fuera. En cambio, entre los 54 hombres innovadores entrevistados solo había un soltero y un viudo.

“Tengo la posibilidad y la libertad de tomar las decisiones más importantes de la vida porque ahora soy el esposo y la esposa”, dijo una mujer viuda de 42 años, madre de seis hijos de entre 2 y 19 años, que vive en un poblado de Nigeria.

Durante su entrevista, nos contó que su rendimiento de maíz aumentó cuando empezó a sembrar maíz híbrido y aplicar nuevas prácticas como “sembrar solo dos semillas por hueco. Antes de ahora, solía poner de cuatro a cinco semillas en cada hueco”, dijo, y explicó que aprendió esas prácticas mejoradas de un agente de extensión local.

Las mujeres que son jefas de familia suelen afrontar grandes dificultades. En Etiopía, sobre todo, pero también en otros países, los testimonios reunidos revelan la vida difícil, la pobreza, la falta de respeto y la exclusión de que siguen siendo objeto estas mujeres.

“Toda la carga recae en mí”, dijo una viuda de un poblado de Nigeria, al explicar lo difícil que es asumir la responsabilidad de cada aspecto del cuidado de su familia.

Sin embargo, en los diversos contextos, descubrimos que estas mujeres recorren el poblado, obtienen información, interactúan con el sexo opuesto, encuentran oportunidades para aplicar conocimientos nuevos y asumen puestos de liderazgo. Esos resultados sugieren que las encuestas que estudian a familias encabezadas por mujeres y las comparan con familias encabezadas por hombres, quizá no capturan de manera precisa las barreras importantes que la mayoría de las mujeres tienen que derribar para acceder a las innovaciones agrícolas.

Nuestra investigación sugiere que las mujeres jefas de familia podrían ser los puntos de entrada para fortalecer las innovaciones agrícolas a nivel local, ya que ellas son ejemplos que podrían ayudar a cambiar los entornos normativos para otras mujeres y para los hombres. Sin embargo, es necesario realizar más investigación a fin de identificar formas de apoyar a estas agentes de cambio y, al mismo tiempo, eliminar los prejuicios, la carga de trabajo y otros problemas.

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