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Mujeres que impulsan el cambio en la agricultura

mbanziger_womensDayMarianne Bänziger es la subdirectora general de investigación y alianzas del CIMMYT.

Después de concluir su doctorado, Marianne comenzó su carrera en el CIMMYT en 1994, en el programa de fisiología de maíz, donde desarrolló variedades tolerantes a la sequía y a suelos con escasa fertilidad. Tras permanecer en la oficina del CIMMYT en Zimbabwe de 1996 a 2004, se convirtió en la directora del Programa de Maíz, con base en Nairobi. En 2009, Marianne asumió el puesto de subdirectora general de investigación y alianzas. Como tal, ella estuvo al frente del diseño y creación de los programas de investigación del CGIAR sobre maíz y trigo.

¿Por qué eligió la agricultura?

La elegí porque es una ciencia que produce impactos en la vida de la gente. Tan sencillo como eso. También me atrajo el hecho de que en la agricultura intervienen varias disciplinas, como la biología, la química, las matemáticas, la socioeconomía.

El trabajo que hizo en mejoramiento de maíz en el África oriental y el África austral ha tenido, y sigue teniendo, un enorme impacto. ¿Usted cree que el hecho de ser mujer le da una perspectiva específica a su trabajo de investigación?

Viví en África casi 15 años y era imposible ignorar a la gente, a las familias que luchaban por mejorar sus condiciones de vida. Veía a las personas todos los días. Con frecuencia, hablábamos con ellas, con hombres y mujeres del campo. En los lugares donde trabajábamos, la preocupación de las mujeres agricultoras tenía que ver más con encontrar formas de mejorar la seguridad alimentaria, en tanto que los hombres se preocupaban más por vender su cosecha y conseguir dinero. Desde luego que las familias necesitan ambas cosas: alimentos suficientes y dinero para pagar colegiaturas, atención médica y otras cosas, como insumos para el campo.

Algo más que aprendí es que en África hay muchas mujeres fuertes que impulsan el cambio en todo el continente. Las encuentras entre los agricultores, los profesionistas y también entre los científicos…

¿Trabajó de manera diferente como mejoradora de maíz?

Se han escrito libros acerca de las diferencias de “comportamiento” y de “características” entre hombres y mujeres. En mi opinión, estos son estereotipos y con frecuencia no son congruentes. Cada persona imprime su huella, su personalidad, en su trabajo, para bien o para mal, tanto si tiene características femeninas o masculinas, según los estereotipos.

¿Tenía en mente a las mujeres que viven en el campo cuando desarrollaban diferentes variedades de maíz?

Al interactuar con los agricultores en África, trataba de entender cómo toman ellos sus decisiones y cómo esas decisiones tienen relación con y se ajustan a las opciones reales en la cadena de valor. Por ejemplo, los hombres tenían una marcada preferencia por los híbridos, en tanto que las mujeres preferían las VPL (variedades polinización libre o abierta cuya semilla pueden guardar de un ciclo a otro). Creamos un programa de mejoramiento integral que ofrecía ambos, VPL e híbridos. La primera generación de excelentes productos fue la de VPL —las variedades que prefieren las mujeres. Sin embargo, la razón por la que trabajamos primero con estas variedades tuvo que ver con la capacidad del sector de la semilla para distribuirlas en mucho menos tiempo, en comparación con los híbridos tolerantes a la sequía, y no porque fueran los preferidos de hombres o mujeres. La lección aprendida es que los científicos pueden proponer opciones diferentes, para hombres y para mujeres, y sin embargo necesitamos entender la cadena de valor, para estar seguros de que las opciones queden al alcance y dentro de las posibilidades de las personas a nivel de finca.

¿Por qué las mujeres prefieren las VPL?

Porque estas variedades les dan una sensación de seguridad respecto a su capacidad para alimentar a sus familias. Porque pueden guardar semilla de un año a otro y esto les hace sentir que tienen más control sobre su vida. Los hombres preferían los híbridos porque rinden más, y esto significa más dinero en el mercado.

Desafortunadamente, con demasiada frecuencia las preferencias se plantean como una opción entre “esto o lo otro”. Hicimos que las escuelas de las zonas rurales participaran en el establecimiento de ensayos en finca. Recuerdo un ejemplo en particular, cuando hablé con el director de la escuela en una zona propensa a la sequía. Me enteré de que los grupos tenían únicamente un libro de texto para todos y que lo iban turnando entre más de 50 niños. Salvo por dos bancas viejas, todo el mundo se sentaba en el piso. Le pregunté al maestro si los niños, en esas circunstancias, podían recibir una buena preparación e ir a la secundaria, al concluir la primaria. Dijo que la gran preocupación no era que no hubiera bancas o libros, sino que los niños que iban a clases se quedaban dormidos porque no habían comido. Tienen hambre porque solo comen una vez al día.

Esa escuela estaba en una zona con propensión a la sequía y me hizo preguntarme una vez más cuán real y prominente era la inseguridad alimentaria. Por tanto, cuando se tiene hijos y se vive en esas condiciones, es obvio que lo primero que lo primero que preocupa a las madres es alimentar a su familia y sentir que están al mando, que pueden lograrlo. Establecer la seguridad alimentaria como una prioridad no significa que la mujer no quiera sembrar híbridos, mientras su familia tenga más comida segura. También querrá dinero para comprar libros y pagar los gastos escolares. Les gustaría que sus hijos estudiaran, que tuvieran una profesión y, probablemente, que dejen la agricultura. Debemos entender que la pobreza y el hambre están interrelacionados y que tenemos que hacer nuestro mejor esfuerzo para encontrar una solución para ambos.

¿Cuáles cree que son las prioridades para empoderar a las mujeres del campo en las regiones donde trabajamos?

La semana pasada, mientras estaba en la India en una junta con agricultores, hombres y mujeres, una de las mujeres se levantó y dijo que quería tener el mismo acceso a información y oportunidades que tienen los hombres.

En el pasado, las mujeres se han mantenido al margen de la información, del acceso a créditos, y de las mismas oportunidades que se ofrece a los hombres. Por fortuna, muchas organizaciones, entre ellas las organizaciones gubernamentales, están empezando a poner en marcha estrategias proactivas en asuntos de género. Nosotros podemos y debemos asegurarnos de que más mujeres tengan acceso a información y oportunidades que las ayuden a potenciar su desarrollo. En nuestro caso, estamos ocupados ahora en una auditoría de género de nuestros proyectos, en busca de nuevas formas de empoderar a las mujeres. Esto no se trata solo de analizar cómo piensan los hombres o cómo piensan las mujeres, sino de preguntarnos a nosotros mismos cómo podemos formar y habilitar a las mujeres por medio de nuestra participación. Sin embargo, tenemos que aceptar también que ciertas, o en realidad muchas, intervenciones benefician a hombres y mujeres por igual. Es por eso que una auditoría de género no se trata de solo tachar un cuadrito y decir que, con eso, ya estamos atendiendo los aspectos de género de un proyecto. Se trata de que entendamos muy bien cómo es que las intervenciones, las personas, la sociedad, las cadenas de valor y las oportunidades se interrelacionan, para luego elegir intervenciones más eficaces que mejoren las condiciones de vida de las personas de bajos recursos.

¿Qué consejo le daría a los científicos jóvenes?

Que no desistan de sus sueños y que sean lo que quieren ser. Le doy este consejo a todos, sin importar si son mujeres, hombres, altos, bajitos, de una nacionalidad o de otra.