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Métodos participativos para integrar el género en el desarrollo agrícola

Al diseñar e implementar proyectos de desarrollo agrícola, es difícil asegurar que éstos respondan a la dinámica del género.

Platillo a base de QPM preparado por Amina Ibrahim el día de campo de NuME, en Sayo, distrito de Dano. Foto: CIMMYT

Al diseñar e implementar proyectos de desarrollo agrícola, es difícil asegurar que éstos respondan a la dinámica del género. Para Mulunesh Tsegaye, especialista en género adjunta de dos proyectos en las áreas de nutrición y mecanización en Etiopía, los métodos participativos son la mejor forma de asegurar que sí respondan a esa dinámica.

“He vivido y trabajado con comunidades. Si uno quiere ayudar a una comunidad, nadie mejor que ellos sabe cómo hacer las cosas. Existen también problemas de sostenibilidad cuando uno no puede quedarse para siempre. Uno tiene que lograr que las comunidades hagan suyo lo que se ha logrado con un método participativo eficaz”, agrega Tsegaye.

Incluir a los hombres y a las mujeres
El proyecto Maíz nutritivo para Etiopía (NuME), coordinado por el CIMMYT, utiliza demostraciones, días de campo, muestras gastronómicas y mensajes para animar a los agricultores a que adopten y siembren variedades de maíz con calidad proteínica (QPM) que contienen lisina y triptofano, dos aminoácidos esenciales que las dietas a base de maíz normal no contienen. El gobierno de Etiopía adoptó un plan para sembrar QPM en 200,000 hectáreas entre 2015-2017.

Personal del proyecto NuME y del Departamento de Asuntos Internacionales, Comercio y Desarrollo de Canadá (DFATD) conocen muy bien los métodos basados en el género, lo que significa que la función inicial de Mulunesh consistió en finalizar la estrategia y apoyar su implementación con los colaboradores.

Al reunir a los colaboradores en un taller de planeación de actividades, Mulunesh los ayudó a seguir un método menos técnico y más sensible al género, tomando en cuenta las limitaciones de tiempo de las mujeres, por ejemplo, al organizar los eventos.

Esto incluyó la presentación de algunas ideas desafiantes. Dado el papel que el hombre tiene como sostén de la familia y es quien toma las decisiones en la sociedad etíope, Mulunesh sugirió que se invitara a los hombres a que aprendieran cómo mejorar la nutrición en el hogar, a fin de evitar que se sigan perpetuando ideas estereotipadas de la distribución del trabajo según el género.

Según Mulunesh, “Para que un proyecto sea sensible al género, la educación sobre la nutrición no debe enfocarse únicamente en las mujeres sino también en los hombres, para que sea práctica. Claro que hubo ocasiones en que los colaboradores del proyecto no aceptaron algunas de mis ideas. Incluso me preguntaron: ¿‘Cómo vamos a pedirle a los agricultores hombres que cocinen?’”

Ahora, siempre se invita a los hombres a los eventos de capacitación en nutrición, y además aparecen en videos educacionales como colaboradores activos, aunque no sean ellos los que cocinan.

“La nutrición es un asunto de salud comunitaria y pública”, enfatiza Mulunesh. “Como asunto público incluye tanto a hombres como a mujeres, pues al nivel de la familia, encontramos tanto esposos como esposas. No se puede hablar de la nutrición sin hablar de la toma de decisiones y el acceso a los recursos.”

Faxuma Adam harvests green maize Sidameika Tura village, Arsi Negele
Faxuma Adam cosecha elotes en el poblado de Sidameika Tura, Arsi Negele. Foto: Peter Lowe

 

Empoderar a los hombres y a las mujeres mediante la mecanización
El proyecto Mecanización y Agricultura de Conservación para la Intensificación Sustentable (FACASI) lleva a cabo investigación sobre nuevas tecnologías para mecanizar la producción agrícola a escalas más pequeñas. Es probable que la introducción de la mecanización modifique quién realiza las tareas y finalmente se beneficia, lo que significa que contar con método sensible al género es esencial.

Aquí también, Mulunesh adopta la perspectiva de la participación. “Uno de los problemas de introducir la mecanización es la inclusión. Es necesario incluir a las mujeres como codiseñadoras desde el principio, para que les sea más fácil participar en su operación.”

“En general, los agricultores nos dicen que en casi todas las tareas del campo participan tanto hombres como mujeres. La labranza se hace principalmente con yuntas operadas por hombres, pero recientemente, sobre todo en lugares donde hay familias encabezadas por mujeres, ellas son las que aran, lo cual se está volviendo cada vez más aceptable. Últimamente hasta se dice que en el sur de Etiopía las mujeres que aran la tierra son consideradas atractivas”.

Tanto mujeres como hombres participan en cierta medida en la preparación de la tierra, la siembra, el desyerbe, la cosecha o ayudan a trillar. Sin embargo, las mujeres no solo ayudan en las labores del campo sino que también cocinan, recorren grandes distancias para llevarle de comer a los hombres que trabajan en las parcelas, y también cuidan a sus hijos y el ganado.

En el estudio Gender Matters in Farm Power (El género es importante en la mecanización agrícola) que llevó a cabo el Instituto Tropical Real (KIT) de los Países Bajos, ya se han sacado algunas conclusiones en torno a las relaciones de género en la mecanización que se están utilizando como indicadores del desempeño respecto al género del proyecto de mecanización.

Estos indicadores son importantes para hacer un seguimiento de cómo las actividades cambian con la introducción de la mecanización. “Mi principal preocupación es que en la mayoría de los casos, cuando un trabajo considerado tradicionalmente como propio de mujeres se mecaniza, se vuelve más fácil o se paga más, los hombres inmediatamente empiezan a hacerlo, lo cual determina quién controla los bienes y los ingresos”, explica Mulunesh.

Diálogos comunitarios
Para fomentar un cambio social e identificar las necesidades de las mujeres y de los grupos vulnerables, Mulunesh inició un programa de diálogos comunitarios, basados en temas que fueron ideados por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas. Hay dos programas piloto en dos distritos en el sur de Etiopía, en los que participan cuatro grupos formados por 50 a 70 miembros cada uno.

“Se necesita empezar poco a poquito, porque hay muchos temas relacionados con los estereotipos, la cultura y la religión. No es que los hombres no quieran participar; es más bien que ellos también son víctimas del sistema sociocultural existente.”

Cuando preguntamos sobre la situación de las mujeres en la comunidad, mucha gente dice que las cosas ya cambiaron, que las conversaciones y las decisiones ahora se toman en común en el hogar y que las mujeres se están empoderando al tener acceso a los recursos. El próximo año, Mulunesh hará una comparación de cómo la información se disemina de manera diferente en los grupos segregados por género y en los grupos mixtos.

El proyecto FACASI es financiado por el Centro Australiano de Investigación sobre Seguridad Alimentaria Internacional (AIFSRC), coordinado por el Centro Australiano de Investigación Agrícola Internacional (ACIAR) e implementado por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

NuME es patrocinado por el Departamento de Asuntos Internacionales, Comercio y Desarrollo de Canadá (DFATD) y administrado por el CIMMYT en colaboración con instituciones etíopes de investigación, organizaciones no gubernamentales internacionales, universidades y compañías semilleras públicas y privadas en Etiopía.