Frédéric Baudron
CIMMYT-Etiopía y el Centro Internacional de Investigación Forestal (CIFOR), en Indonesia, forjan una alianza para estudiar en Etiopía el “Efecto Borlaug”, que sostiene que el aumento de la productividad reduce la expansión de la superficie dedicada a los cultivos y preserva los bosques. El estudio se llevará a cabo con el patrocinio de la iniciativa New Agrarian Change (Nueva Reforma Agraria) del Departamento de Desarrollo Internacional (DFID) y concluirá a finales de 2015; las actividades del estudio se realizarán en Arsi Negele, en el sur de Etiopía, donde predomina el cultivo de maíz y trigo.
Norman Borlaug, conocido como el padre de la Revolución Verde, sostenía que la intensificación de cultivos no contribuía solo a mejorar la seguridad alimentaria sino que también era benéfica para el medioambiente, porque si los rendimientos de los cultivos aumentaban, disminuía la necesidad de adaptar la tierra para uso agrícola, y, en consecuencia, “se le daba su lugar” a la naturaleza.
Sin embargo, el “efecto Borlaug “ fue refutado por quienes proponen un enfoque opcional para reconciliar la agricultura con la naturaleza, conocido como “reparto de tierras”, mediante el cual se pretende minimizar el uso de insumos externos y conservar espacios que sirven de hábitat natural en las tierras cultivables como una forma de agricultura extensiva. A medida que iba surgiendo el paradigma de la intensificación sustentable, es decir la intensificación con consecuencias sociales y medioambientales, el debate en torno a la repartición versus la conservación de la tierra se volvió muy polémico. Sin embargo, ambas propuestas se derivan de la hipótesis de que la biodiversidad inevitablemente disminuye cuando la productividad agrícola aumenta, en un paisaje dado.
Ambos planteamientos se enfocan también en una competencia, más que en las sinergias, entre conservar la biodiversidad y el sustento de los habitantes de las zonas rurales. Sin embargo, las áreas de vegetación natural podrían ayudar a mejorar las condiciones de vida de los habitantes de las zonas rurales, ya que éstos podrían conseguir alimentos más nutritivos (fruta, miel), alimentar a su ganado, obtener combustible y materiales de construcción (madera, paja para el techo de sus viviendas). Asimismo, las áreas de vegetación natural podrían contribuir a la productividad de las áreas contiguas, al regular el clima, por ejemplo (aumentar la infiltración de agua, actuando como barrera) y hospedando a los enemigos naturales de los cultivos (depredadores y parasitoides de plagas de insectos). Si tenemos en cuenta estas sinergias y nos enfocamos en los medios de vida y no meramente en la
Sin embargo, el “efecto Borlaug “ fue refutado por quienes proponen un enfoque opcional para reconciliar la agricultura con la naturaleza, conocido como “reparto de tierras”, mediante el cual se pretende minimizar el uso de insumos externos y conservar espacios que sirven de hábitat natural en las tierras cultivables como una forma de agricultura extensiva. A medida que iba surgiendo el paradigma de la intensificación sustentable, es decir la intensificación con consecuencias sociales y medioambientales, el debate en torno a la repartición versus la conservación de la tierra se volvió muy polémico. productividad podremos dar un nuevo cariz al debate de la conservación versus la repartición de tierras y ofrecer una perspectiva menos pesimista en la relación entre la naturaleza y los habitantes de las zonas rurales.
En la iniciativa de la Nueva Reforma Agraria participan también Burkina Faso, Camerún, Indonesia, Nicaragua y Zambia.