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Valle del Mayo, retos y oportunidades

El fértil Valle del Mayo, en Sonora, México, ha reducido su superficie de siembra por la escasez de agua y los efectos del monocultivo y otras prácticas inadecuadas. La agricultura de conservación es una alternativa para mantener la productividad de esta zona agrícola.

Tratamiento de cártamo en monocultivo, ciclo otoño-invierno 2018-2019, plataforma Navojoa, Sonora, México. (Foto: plataforma de investigación de Navojoa)
Tratamiento de cártamo en monocultivo, ciclo otoño-invierno 2018-2019, plataforma Navojoa, Sonora, México. (Foto: plataforma de investigación de Navojoa)

La notable producción de trigo en el Valle del Yaqui y el Valle del Mayo, en el sur de Sonora, México, contribuye significativamente a que el estado sea el principal productor de ese cultivo a nivel nacional. Específicamente en el Valle del Mayo, el 85 % de la superficie se siembra con trigo año tras año; sin embargo, la prevalencia del monocultivo y prácticas agronómicas inadecuadas a través del tiempo han dado como resultado impactos negativos en la productividad de los suelos y la calidad del ambiente. Adicionalmente, la falta recurrente de agua para riego ha propiciado una reducción de la superficie de siembra.

Los problemas de la escasez de agua, el monocultivo de trigo y los altos costos de producción —principalmente por fertilizantes y laboreos del suelo— se pueden contrarrestar mediante la incorporación de tecnologías sostenibles, como la agricultura de conservación. En este sentido, la plataforma de investigación de Navojoa —donde colaboran el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— evalúa este sistema sustentable en comparación con la labranza convencional, bajo las condiciones del Valle del Mayo. 

En la plataforma de Navojoa la agricultura de conservación se implementó con camas permanentes, cobertura del suelo usando el rastrojo del cultivo anterior y con la rotación trigo-cártamo. Al compararla con el sistema convencional de labranza —incorporar el rastrojo y monocultivo de trigo— se observó que la agricultura de conservación permitió un incremento promedio del rendimiento de trigo de 0,8 toneladas por hectárea. 

Adicionalmente, mientras el costo del laboreo osciló entre dos mil y cuatro mil pesos (2 000 – 4 000 MXN) por hectárea, el costo de la reformación de camas fue significativamente menor —de solo 211 pesos (211 MXN) por hectárea en el último ciclo del experimento—.

Aunque en el Valle del Mayo el monocultivo de trigo no resulta en tantos problemas de enfermedades, plagas y malezas como en otras zonas del mundo, hay aumentos de rendimiento de trigo con ciertas rotaciones y una disminución de riesgos para el productor cuando se siembra más de un cultivo. Sin embargo, ya que cada cultivo no tiene el mismo efecto, es importante evaluar las posibles combinaciones. En el Valle del Mayo, por ejemplo, para el cultivo de trigo el mejor cultivo anterior fue el cártamo; para el cártamo fue el maíz y para el maíz fue el trigo. 

Aunque para recomendar la rotación más eficiente para el Valle del Mayo sigue siendo necesario evaluar rotaciones con otros cultivos —como girasol o canola que también tuvieron buen crecimiento en la plataforma—, resultados como estos demuestran que la agricultura de conservación efectivamente puede aumentar los rendimientos de trigo en el Valle del Mayo, por lo que resulta indispensable seguir promoviendo la adopción de este sistema de producción.