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Mejorar y reforzar los sistemas de semilla para afrontar los riesgos de la agricultura de manera más efectiva

Belita Maleko, de la zona de planeación para hacer extensión, muestra su parcela con agricultura de cosnervación a otros agricultores de Malawi. Foto: T. Samson
Belita Maleko, de la zona de planeación para hacer extensión, muestra su parcela con agricultura de conservación a otros agricultores de Malawi. Foto: T. Samson

El 14 de enero, la Dr. Jill Cairns, fisióloga de maíz del CIMMYT, ofreció un webinar para el Banco Mundial en el que puso de relieve los más recientes avances científicos para fortalecer y hacer más eficientes los sistemas de semilla de maíz, a fin estar mejor preparados para hacer frente a los riesgos en la agricultura de África. En su presentación, Cairns utilizó resultados de la iniciativa denominada Maíz Tolerante a la Sequía para África (DTMA) y el Programa de Investigación sobre Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS) del CGIAR.

Cairns es integrante de un equipo de científicos que hacen mejoramiento para aumentar los rendimientos de maíz adaptando los sistemas de producción a las condiciones climáticas cada vez más cambiantes y a los factores desfavorables derivados del cambio climático en el África subsahariana. La sequía ocurre cada 1 o 3 años en la mayoría de las zonas de región. Los bajos e inestables rendimientos constituyen una amenaza para la seguridad alimentaria de los habitantes de más del 50% de la región, donde 50% de la producción de cereales corresponde al maíz. Los medios más eficaces para aumentar el rendimiento son la genética, las buenas prácticas agronómicas y políticas favorables.

Cairns, en coordinación con actores de los sectores público y privado, se mantiene firme en su propósito de fortalecer el programa de mejoramiento. Este enfoque abre mayores posibilidades de encontrar fuentes para aumentar los rendimientos de maíz y obtener tolerancia a la sequía. “Encontrar la mejor variación genética para generar nuevas variedades es un juego de números”, señala.

Desde que se puso en marcha el proyecto DTMA (coordinado por el CIMMYT) en la región, se han producido suficiente semilla para sembrar una superficie de 12 millones de hectáreas y esto ha generado beneficios para tres millones de personas. Los proyectos relacionados con estas nuevas variedades y los ensayos que se han hecho han revelado que los modernos métodos de la genética combinados con la rotación de cultivos y la labranza mínima reditúan grandes ingresos para los productores de maíz.

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