
El pasado 3 de septiembre, el Gobierno de México anunció la prohibición de 35 plaguicidas clasificados como altamente peligrosos para la salud humana y el medio ambiente. Esta decisión marca un hito en la historia agrícola del país y responde a una demanda social y científica de reducir la exposición a químicos que afectan no solo a quienes trabajan en el campo, sino también a los consumidores y a los ecosistemas. Entre las sustancias vetadas se encuentran insecticidas, fungicidas y herbicidas que durante décadas fueron parte del manejo convencional de cultivos estratégicos, pero cuyos impactos en la salud y la biodiversidad ya no podían seguir siendo ignorados. De acuerdo con especialistas, estas moléculas están asociadas a intoxicaciones en jornaleros, contaminación del agua y daños irreversibles en polinizadores como las abejas, fundamentales para la producción de alimentos.
La medida es contundente, desde ahora queda prohibida la producción, importación, comercialización y uso de estos productos en todo el país. Sin embargo, esta decisión pone sobre la mesa una pregunta urgente: ¿cómo enfrentar las plagas y enfermedades que amenazan los cultivos sin recurrir a estos insumos? Es aquí donde el Manejo Agroecológico de Plagas (MAP) se convierte en una estrategia clave para la transición. El MAP es un enfoque integral que permite reducir la dependencia de plaguicidas de alto impacto a través de prácticas sustentables y adaptadas a cada región y cultivo. Lejos de ser una solución única, se trata de un conjunto de herramientas que, en combinación, ofrecen alternativas reales para los productores.
El MAP promueve el uso de variedades resistentes, la diversificación de cultivos, la rotación de parcelas, el control biológico y la conservación de enemigos naturales de las plagas. Estas prácticas, cuando se aplican de manera coordinada, no solo reducen el uso de químicos peligrosos, sino que fortalecen la salud de los suelos, mantienen la biodiversidad y favorecen la resiliencia de los sistemas agrícolas frente al cambio climático.
CIMMYT, en colaboración con el Gobierno de México, el INIFAP y una red de actores locales, impulsa la adopción del MAP en distintas regiones agroecológicas del país. El enfoque es claro: acompañar a las y los productores en la transición hacia prácticas más limpias, productivas y sostenibles. En este esfuerzo, la transferencia de conocimiento y la capacitación son esenciales. No se trata solo de reemplazar insumos, sino de transformar la manera en que se conciben y manejan los agroecosistemas. Gracias al trabajo conjunto entre instituciones, técnicos y comunidades, cada vez más productores están accediendo a información y soluciones adaptadas a sus contextos locales.
La prohibición de los 35 plaguicidas representa una oportunidad histórica para acelerar la transformación de los sistemas agroalimentarios en México. Aunque implica retos importantes, particularmente para los pequeños productores que dependen de estos insumos, también abre la puerta a una agricultura más sana, justa y competitiva. El MAP se presenta como una alternativa sólida para responder a este desafío, no solo porque protege la salud y el ambiente, sino porque ofrece resiliencia y sostenibilidad a largo plazo.
Desde CIMMYT reafirmamos nuestro compromiso de seguir trabajando de la mano con instituciones, gobiernos y productores para impulsar soluciones agroecológicas que fortalezcan la seguridad alimentaria del país. El llamado hoy es a redoblar esfuerzos colectivos: sumar conocimientos, experiencias y voluntades para que la transición hacia sistemas agroalimentarios sostenibles sea una realidad en beneficio de las familias rurales, los consumidores y el medio ambiente.
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Medida oficial: La prohibición de 35 plaguicidas: otro paso hacia la transformación de la agricultura