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Llevar el conocimiento científico a los agricultores

Este Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia (11 de febrero), María Elena Cárdenas, colaboradora del Hub Pacífico Norte, nos platica un poco del trabajo de investigación que desarrolla en el norte del país y cómo este es llevado a los productores. 

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Representan el 49.6% de la población mundial y, sin embargo, en ámbitos como la ciencia a penas alcanzan el 30% de representación. Los factores que contribuyen a que la participación de las mujeres en la ciencia sea aún escasa son muchos, pero en general están asociados a estructuras culturales e ideológicas que necesitan transformarse. 

Como señala Audrey Azoulay, directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la ciencia es fundamental para hacer frente a los desafíos actuales —como el cambio climático o la inseguridad alimentaria— y, por ello, el mundo no puede privarse del potencial, la inteligencia y la creatividad de las mujeres. 

De entre los muchos campos donde la ciencia se aplica para dar respuesta a los grandes retos de la humanidad, está la agricultura. Allí, hay mujeres investigando cómo la humanidad podría librarse de los riesgos, siempre latentes, de crisis alimentarias, climáticas y ambientales que podrían, en menos tiempo del que se piensa, poner al mundo en jaque. 

“Hay estudios —de varios investigadores y organizaciones— que han abordado el ciclo de nitrógeno. Uno de estos realizó mediciones de nitratos y amonio en el agua de los drenes, que son pérdidas por escurrimiento. Los resultados muestran que estas aguas, que desembocan en el Golfo de California, están enriquecidas con nitrógeno. Otro de estos estudios evaluó el efecto de estas aguas y se vio que cada vez que hay un riego en el Valle del Yaqui hay un incremento de las algas en el mar —esto está relacionado con zonas de hipoxia (falta de oxígeno) y pérdida de biodiversidad marítima— y esto tiene que ver con la cantidad de nitrógeno que se aplica en la agricultura. Este fenómeno es visible incluso en imágenes de satélite”, comenta María Elena Cárdenas. 

María Elena es biotecnóloga y cuenta con estudios de posgrado en ciencias agropecuarias. Actualmente es parte del equipo de investigación del Hub Pacífico Norte del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), desde donde trabaja para identificar las mejores prácticas sustentables que permitan optimizar el uso de fertilizantes nitrogenados y así lograr que los agricultores de Sinaloa sigan produciendo y, a la vez, se minimice el impacto ambiental de la agricultura. 

“En algún momento me tocó conversar con un productor que tenía una parcela cerca del final del Valle del Yaqui y que tomaba el agua de estos drenes para fertilizar. Me comentaba que no necesitaba fertilizar más sus tierras porque estaban tan ricas de nitrógeno que no necesitaba más nitrógeno que aplicar. Obviamente el uso de estas aguas tiene otros problemas, no es lo ideal utilizarlas, pero es un ejemplo para ilustrar los ricas en nitrógeno que están estas aguas”, continua María Elena. 

“Hace ocho o diez años la dosis máxima que aplicaba un productor en su cultivo de trigo era de aproximadamente 250kg de nitrógeno por hectárea. La forma en la que lo aplicaba era 75% en presiembra y un 25% restante lo aplicaba en el primer riego de auxilio. Bueno, ahora ya no son 250kg de nitrógeno por hectárea, ahora se aplican de 275 a 280kg de nitrógeno en todo el ciclo, se dividen las aplicaciones 55% en presiembra, 30% en el primer riego de auxilio y 15% en el segundo riego de auxilio”.

“Actualmente hemos comprobado que las aplicaciones de presiembra son muy ineficientes. El 30% del nitrógeno que tú aplicas en presiembra ya lo habrás perdido al momento de la siembra. Como no hay planta, estamos dejando el nitrógeno expuesto al ambiente durante 20 días para perderse por lixiviación, por volatilización, por escorrentía o que alguna maleza lo utilice, pero no el cultivo. La propuesta es aplicar 30% a la siembra y el 55% en el primer riego de auxilio. Las aplicaciones cerca de encañe te ayudan a lo que es rendimiento, las aplicaciones cerca del inicio de floración te ayudan a evitar problemas de panza blanca y tener producción de proteína también”. 

Esto no es una idea que se nos ocurrió de la nada, esto está probado: en el Valle del Yaqui se hizo un trabajo en el que se probaron tanto la práctica convencional de aplicación en presiembra como la práctica que proponemos, es decir, evitando las aplicaciones de presiembra y poniendo la mayor cantidad de nitrógeno en el inicio de encañe. Cuando evitamos las aplicaciones de presiembra la proteína en todos los tratamientos se incrementó porque la planta lo esté aprovechando realmente y no se pierde en la medida en que sí ocurre con aplicaciones en presiembra”, enfatiza María Elena. 

Al llevar los resultados de las investigaciones hasta la parcela para compartirlos con los productores, María Elena Cárdenas contribuye a que la ciencia cumpla con su propósito social: mejorar la calidad de vida de la sociedad. Por esta razón, invita a que más niñas y mujeres se interesen en la ciencia para que la humanidad pueda afrontar los grandes retos que tiene delante de sí.