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Lecciones del clima y del territorio: lo que dejó la última Mesa Técnica Agroclimática del Estado de México

El análisis climático del periodo marzo–mayo 2025 confirma un aumento de temperaturas y lluvias irregulares en el Estado de México; la MTA destaca prácticas clave para fortalecer la resiliencia del campo ante escenarios cada vez más variables.

El clima cambiante no da tregua, pero tampoco sorprende a quienes se preparan. La publicación del Boletín Agroclimático No. 9 de la Mesa Técnica Agroclimática (MTA) del Estado de México reúne las reflexiones y recomendaciones clave generadas a partir del análisis del periodo marzo–mayo de este año. Aunque la temporada ya quedó atrás, sus lecciones siguen vigentes y útiles para orientar la planeación agrícola y el manejo de riesgos en lo que resta del ciclo productivo.

El boletín, resultado de la sesión celebrada el 7 de marzo de 2025, refleja el trabajo colectivo de instituciones federales, estatales, académicas y de investigación —entre ellas la Secretaría del Campo, el Servicio Meteorológico Nacional, CIMMYT, UAEMex, Chapingo, INIFAP y otras más— junto con las y los productores de las distintas regiones del estado. Este ejercicio de análisis participativo busca fortalecer la resiliencia del campo mexiquense ante la variabilidad climática.

El trimestre presentó lluvias menores al promedio histórico (1991–2020), aunque en general mayores a las del mismo periodo de 2024. Esta mejora permitió condiciones ligeramente más favorables para la preparación del terreno e incluso para establecer siembras tempranas en algunas zonas. Sin embargo, la distribución de las lluvias fue desigual: en regiones como el oriente del estado y ciertas zonas del sur, la escasez de agua se mantuvo durante marzo y abril, con repuntes hasta mayo. Aun así, la humedad acumulada benefició de manera diferenciada a quienes tomaron decisiones a tiempo y contaron con asesoría técnica.

Las temperaturas máximas, por su parte, se mantuvieron por encima de lo habitual en todo el estado. En municipios como Jilotepec, Metepec, Tejupilco o Zumpango, los registros superaron el promedio climático en hasta 3 °C. Este aumento térmico incidió en la humedad del suelo, aceleró procesos fisiológicos en algunos cultivos y elevó los riesgos fitosanitarios. El monitoreo constante y el ajuste de prácticas de manejo resultaron esenciales para mitigar efectos negativos.

Si bien el boletín se centró en un trimestre ya concluido, muchas de sus recomendaciones siguen siendo válidas en este momento del año. Una de las más importantes es evitar las quemas agropecuarias. Además de dañar la vida del suelo —microorganismos, materia orgánica, estructura—, estas prácticas liberan contaminantes, contribuyen al cambio climático y exponen a sanciones legales. En cambio, el uso del rastrojo como cobertura ayuda a conservar humedad, aportar nutrientes y proteger contra la erosión, convirtiéndose en una estrategia clave de adaptación.

También se insistió en la importancia de una nutrición vegetal basada en evidencias. Los mapas de fertilidad, desarrollados a partir de análisis de suelo y datos geoespaciales, permiten definir programas de fertilización más eficientes y menos costosos. En un contexto de precios altos de insumos, usar la dosis correcta en el momento oportuno es una práctica que puede marcar la diferencia en la rentabilidad.

En los cultivos más sensibles al calor y la humedad —como la rosa bajo invernadero—, se reportó un aumento en la presencia de enfermedades como la cenicilla. El boletín ofrece sugerencias prácticas para su manejo, como mejorar la ventilación, monitorear la temperatura y utilizar productos preventivos adecuados. El uso de silicio en sistemas hidropónicos también se menciona como alternativa que ayuda a reducir la incidencia y mejorar el rendimiento.

La acuacultura no queda fuera del análisis. Con temperaturas elevadas, bajos niveles de oxígeno y variaciones bruscas en la disponibilidad de agua, las y los productores acuícolas enfrentan condiciones más desafiantes. Se sugiere mantener parámetros óptimos de pH, temperatura y oxigenación, así como valorar modelos de producción más cerrados que permitan un mayor control frente a eventos extremos.

Finalmente, se destaca el potencial de cultivos adaptados como el maguey pulquero, especialmente en zonas de baja precipitación. Su capacidad de restaurar suelos degradados, conservar humedad y capturar carbono lo convierte en una opción productiva y ambientalmente estratégica, compatible con sistemas de manejo agroecológico.

Más allá de los datos puntuales, el boletín de la MTA es un recordatorio de que el clima no solo se observa, se interpreta. La información climática cobra sentido cuando se conecta con la experiencia local y con decisiones concretas. Y eso es justamente lo que hace la Mesa Técnica Agroclimática: generar conocimiento útil, desde el territorio y para el territorio.

Aunque el trimestre marzo–mayo ya concluyó, sus lecciones permanecen. El aprendizaje generado puede orientar desde la evaluación de cultivos actuales hasta la planificación de nuevas siembras, pasando por el diseño de estrategias de conservación. En un escenario climático cada vez más complejo, espacios como la MTA son fundamentales para construir colectivamente una agricultura más informada, resiliente y sostenible.

Te invitamos a descargar el boletín dando clic en la siguiente imagen: