El Hub Bajío del CIMMYT demuestra cómo la ciencia, cuando se vincula con el territorio, puede generar soluciones reales para los productores y contribuir a la resiliencia de los sistemas agroalimentarios de México, impulsando desarrollo económico, sostenibilidad y seguridad alimentaria.

Guanajuato, México. — En el Bajío mexicano, la ciencia agrícola se transforma en acción. A través del Hub Bajío del CIMMYT, productores, empresas, gobiernos e instituciones unen esfuerzos para regenerar los suelos, optimizar el uso del agua y construir sistemas agroalimentarios más rentables, sostenibles y resilientes al cambio climático. La red que lidera el centro se ha convertido en un referente de cómo la investigación puede traducirse en desarrollo territorial y bienestar rural.
En el corazón agrícola del país, la innovación se cultiva con raíces profundas. Desde hace más de una década, el modelo del Hub impulsa una red de colaboración que conecta la ciencia con las comunidades rurales, fortaleciendo la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de una de las regiones productivas más importantes de México.
Lo que comenzó en 2010 como un espacio de validación tecnológica se ha convertido en una plataforma territorial que articula a productores, gobiernos, empresas agroindustriales, universidades y proveedores locales. El modelo es simple y eficaz: la investigación agronómica del CIMMYT se prueba y adapta directamente en campo, en manos de los agricultores, para construir soluciones que respondan a sus necesidades reales y a los retos del cambio climático.
“El Bajío se ha convertido en un laboratorio vivo de innovación agrícola. Aquí, la ciencia se conecta con las decisiones cotidianas de los agricultores, demostrando que producir más y mejor es posible sin comprometer los recursos naturales,” señaló Amador Aguillón, gerente del Hub Bajío.

Ciencia aplicada y colaboración territorial
El hub funciona como un nodo que une la investigación agronómica con la acción colectiva de los actores del territorio. A través de plataformas de investigación, módulos demostrativos, desarrollo de capacidades y eventos en campo, se promueven prácticas de agricultura regenerativa que conservan los suelos, optimizan el uso del agua, fomentan el manejo agroecológico de plagas y mejoran la rentabilidad de los sistemas agrícolas.
Más de 110 actores públicos y privados integran esta red: desde gobiernos municipales y estatales, hasta empresas líderes del sector alimentario como Nestlé, HEINEKEN México, Kellogg’s, PepsiCo o Grupo Trimex; junto con instituciones académicas y de investigación como la Universidad de Guanajuato, el Tecnológico de Roque, la Universidad De La Salle Bajío y el INIFAP Bajío. También participan SADER, FIRA y la SDAyR, así como semilleras regionales y proveedores locales de maquinaria que fortalecen las cadenas de valor en el territorio.
Esta articulación ha permitido escalar innovaciones en agricultura de conservación, fertilidad integral, manejo agroecológico de plagas y maquinaria climáticamente inteligente, configurando un modelo de gobernanza que impulsa sistemas agroalimentarios más resilientes y competitivos.

“El Hub Bajío articula la ciencia desarrollada por el CIMMYT y sus aliados con las realidades del territorio. Trabajamos con los agricultores, no para ellos, para que las innovaciones lleguen a las comunidades rurales, fortalezcan su seguridad alimentaria y generen modelos de negocio sostenibles,” destacó Aguillón.

Resultados que reflejan el impacto de la ciencia
Entre 2012 y 2024, el Hub Bajío ha trabajado en más de 14,800 parcelas de productoras y productores, demostrando que la innovación científica puede traducirse en beneficios tangibles para el campo mexicano:
- Incrementos de 15 a 18% en rendimientos agrícolas.
- Reducción de 25% en costos de producción.
- Mejoras de 25 a 30% en rentabilidad.
- Eficiencia 30% mayor en el uso de fertilizantes en 180,000 hectáreas, con beneficios estimados en 975 millones de pesos.
- Ahorro de 5.7 millones de m³ de agua en la cuenca Lerma–Chapala.
- Reducción de 192 kg de CO₂ por hectárea en emisiones de gases de efecto invernadero.
Más de 9,000 productores y 800 asesores técnicos han sido capacitados en el modelo de gestión de innovación, mientras talleres locales de maquinaria y semilleras regionales se fortalecen como nuevas oportunidades de negocio rural.

Una inversión en ciencia, una inversión en el futuro
La experiencia del Hub Bajío demuestra que la inversión en ciencia agrícola no solo genera conocimiento: construye futuro. Cada peso destinado a investigación, extensión y colaboración territorial se traduce en sistemas productivos más resilientes, comunidades rurales más seguras frente al cambio climático y cadenas de valor más sostenibles.
El trabajo del CIMMYT parte de las necesidades y experiencias de los agricultores, cuya práctica cotidiana orienta la investigación y da sentido a las alianzas con gobiernos, centros de investigación y empresas. Así, la ciencia se transforma en soluciones reales que fortalecen la seguridad alimentaria del país.
Invertir en ciencia es apostar por un campo mexicano más competitivo, sostenible y justo. Porque cuando la innovación llega al territorio, la agricultura deja de ser una actividad vulnerable y se convierte en una fuerza transformadora para el desarrollo.