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Honrar el pasado para transformar el futuro

A 15 años de su partida, el legado de Norman Borlaug sigue marcando el rumbo de CIMMYT hacia la transformación de los sistemas agroalimentarios.

Estatua de Norman Borlaug en la sede global de CIMMYT en Texcoco, México, donde su legado sigue inspirando el trabajo científico y la transformación de los sistemas agroalimentarios. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)
Estatua de Norman Borlaug en la sede global de CIMMYT en Texcoco, México, donde su legado sigue inspirando el trabajo científico y la transformación de los sistemas agroalimentarios. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)

Norman Borlaug dedicó su vida a enfrentar uno de los mayores retos de la humanidad: el hambre. Con pasión y ciencia demostró que la investigación agrícola podía salvar millones de vidas, y lo hizo con un espíritu profundamente humano. Sus variedades de trigo resistentes a enfermedades y capaces de elevar los rendimientos cambiaron la historia en países como India y Pakistán. Hoy, al conmemorarse un aniversario más de su fallecimiento, recordamos que su legado no es solo el trigo mejorado ni los millones de toneladas de alimento producidas, sino la encomienda de mantener vivo ese espíritu de innovación y compromiso con quienes más lo necesitan.

Borlaug nunca se conformó con mirar atrás. Era consciente de que su contribución no era un punto de llegada, sino el inicio de una tarea inacabada. Repetía con insistencia que la batalla contra el hambre debía renovarse en cada generación, porque los desafíos no desaparecen, sino que mutan, se transforman y exigen respuestas nuevas. Sus palabras suenan hoy con fuerza, en un mundo que enfrenta la triple crisis del cambio climático, la degradación ambiental y las crecientes desigualdades en el acceso a alimentos. Necesitamos producir más y mejores alimentos, pero hacerlo de manera sostenible, cuidando el suelo, el agua y la biodiversidad.

Esa es la esencia de la Estrategia 2030 de CIMMYT, que recoge la encomienda de Borlaug y la proyecta hacia el futuro. No se trata únicamente de desarrollar nuevas variedades de maíz y trigo, sino de fortalecer sistemas agroalimentarios resilientes. La semilla es el punto de partida, pero lo verdaderamente transformador es el sistema que la rodea, desde las prácticas de conservación de los recursos hasta las redes de distribución que acercan los alimentos a las familias.

La Estrategia 2030 se sostiene en tres grandes ejes que se refuerzan entre sí: Discovery, que representa la ciencia de frontera y la innovación que abre nuevas oportunidades para enfrentar plagas, enfermedades y el estrés climático; SystemDev, que amplía la mirada hacia los sistemas completos e impulsa prácticas sostenibles, eficiencia en el uso del agua, salud del suelo y el fortalecimiento de capacidades locales; e Inc., que promueve la colaboración con gobiernos, agroindustrias, organizaciones de la sociedad civil y productores para que las soluciones no se queden en el laboratorio, sino que se escalen y tengan impacto real en las comunidades. Este enfoque reconoce que la seguridad alimentaria no se construye con soluciones aisladas, sino con ecosistemas de innovación que sumen ciencia, políticas públicas y acción colectiva.

La mejor forma de honrar a Borlaug es hacer vigente su legado. Así como él apostó por llevar la ciencia a quienes más lo necesitaban, hoy nos toca a nosotros seguir innovando con responsabilidad y sentido social. La encomienda sigue en pie: luchar contra el hambre, pero ahora también contra la crisis climática, la pérdida de suelos fértiles y las desigualdades que afectan a pequeños productores en todo el mundo. El futuro de la agricultura dependerá de nuestra capacidad de aprender del pasado y de atrevernos a transformar los sistemas que alimentan a la humanidad. CIMMYT asume ese compromiso con la certeza de que, como lo soñó Borlaug, un mundo sin hambre es posible si trabajamos con ciencia, cooperación y visión de largo plazo.