La experiencia en Oaxaca confirma que la adaptación climática avanza cuando la ciencia se acerca a las parcelas, dialoga con quienes cultivan la tierra y se convierte en herramientas prácticas. Este trabajo conjunto entre la SEFADER, el CIMMYT y las comunidades demuestra que es posible mejorar la fertilidad del suelo, aumentar la productividad, reducir costos y construir resiliencia climática desde enfoques locales.

Santa Lucía Miahuatlán, Oaxaca.– En un momento en que la adaptación climática ocupa el centro de la conversación global, más de 210 productoras y productores de cinco municipios participaron el 24 de octubre en una jornada de capacitación realizada en la plataforma de investigación que CIMMYT implementa junto con la Secretaría de Fomento Agroalimentario y Desarrollo Rural (SEFADER).
La actividad, basada en la metodología de Escuela de Campo, permitió que familias agricultoras observaran directamente cómo las soluciones agronómicas validadas científicamente pueden fortalecer sus sistemas de producción ante la variabilidad climática.
Ciencia aplicada que se vuelve práctica cotidiana
El recorrido incluyó cinco estaciones temáticas: desde el lombricario casero liderado por productoras locales, hasta análisis de suelo, nutrición vegetal y elaboración de bloques alimenticios para aves. En la estación principal, la investigadora María Teresa Santos Cortés, responsable de la plataforma, presentó los tratamientos comparativos establecidos en campo, que van desde fertilización convencional y manejo de rastrojo, hasta el uso combinado de bioles enriquecidos, lixiviado de lombriz y dosis reducidas de fertilizante químico.
Los bloques experimentales permitieron a las y los productores comparar diferencias visibles en el crecimiento y vigor del maíz, y dialogar sobre prácticas más eficientes y sostenibles.
“Cuando la gente ve las plantas en campo, compara hojas, raíces, colores… ahí es donde ocurre el aprendizaje verdadero. No es teoría: es su propio maíz. Ese momento en que descubren que hay prácticas más sostenibles y que sí funcionan en su clima es muy valioso”, señaló Teresa Santos.

Mientras avanza la COP30 en Belém, Brasil, la Declaración de Belém ha puesto el énfasis en integrar la ciencia con la realidad de los agricultores, restaurar suelos, impulsar inclusión y construir sistemas alimentarios resilientes frente al clima.
En Miahuatlán, esa visión ya toma forma: ciencia generada y validada en plataformas de investigación se integra con el conocimiento local, se contrasta con la experiencia de campo y empieza a transformarse en prácticas adoptadas por las comunidades.
Un proceso formativo que deja huella
Para las personas participantes, la jornada representó más que una capacitación técnica. Hubo convivencia, intercambio de experiencias y un ejercicio colectivo donde cada estación reforzaba la idea de que la resiliencia se construye desde prácticas sencillas, probadas y al alcance de las familias rurales. Las productoras destacaron que el evento “les dejó aprendizajes que pueden aplicar de inmediato”.
Llamado a la acción: ciencia, co-creación y transición justa para sistemas más resilientes
La experiencia en Oaxaca confirma que la adaptación climática avanza cuando la ciencia se acerca a las parcelas, dialoga con quienes cultivan la tierra y se convierte en herramientas prácticas. Este trabajo conjunto entre CIMMYT, SEFADER y las comunidades demuestra que es posible mejorar la fertilidad del suelo, aumentar la productividad, reducir costos y construir resiliencia climática desde enfoques locales.
Rumbo a la COP30, el mensaje es contundente: con inversión decidida en ciencia, co-creando soluciones con las y los agricultores, e impulsando procesos efectivos que les permitan adaptar sus sistemas productivos, es posible avanzar hacia una transición justa y duradera hacia sistemas agroalimentarios sostenibles, más productivos y resilientes frente al clima.