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El potencial del maíz amarillo en el Valle de Culiacán

Evaluaciones realizadas por la UAS y el CIMMYT suman evidencia del amplio potencial del maíz amarillo en el norte de México, particularmente por la demanda que la agroindustria tiene de esta variedad y por ser una opción para ciclos con menos disponibilidad de agua. 

Trituración de residuos de cosecha previo a siembra de materiales híbridos de maíz amarillo en camas permanentes, en el ciclo otoño-invierno 2017-18, en la plataforma de investigación Culiacán, en Sinaloa, México. (Foto: Jesús Ignacio Madueño/UAS)
Trituración de residuos de cosecha previo a siembra de materiales híbridos de maíz amarillo en camas permanentes, en el ciclo otoño-invierno 2017-18, en la plataforma de investigación Culiacán, en Sinaloa, México. (Foto: Jesús Ignacio Madueño/UAS)

Con una superficie aproximada de 500 mil hectáreas de maíz, Sinaloa es el principal productor de esta gramínea en México. La mayoría de esta superficie se siembra con maíz blanco, variedad que llega a ocupar hasta el 99 % del área sembrada con maíz, mientras que solo el 1 % se siembra con maíz amarillo. 

El maíz blanco se usa principalmente para el consumo humano, mientras que el maíz amarillo está destinado a la alimentación de animales o usos industriales. La preferencia de sembrar maíz blanco provoca que en algunos años los productores tengan problemas para asegurar la venta de su cosecha. En contraste, la industria local prefiere el maíz amarillo, principalmente para satisfacer sus necesidades de materia prima para la elaboración de alimento forrajero. 

La agricultura que se practica en la región donde se encuentra la plataforma de investigación Culiacán —donde colaboran la Universidad Autónoma de Sinaloa y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— es intensiva, con uso de semillas mejoradas, un alto consumo de insumos —lo que provoca altos costos de producción y afectaciones al medioambiente— y con sistema de riego, pero con un abastecimiento de las presas de riego inseguro.

Por lo anterior, es necesario buscar cultivos que usen menos agua. Si se pueden encontrar materiales amarillos con un buen rendimiento, entonces se tendría una opción para ciclos con menos disponibilidad de agua.

Así, en la plataforma de investigación se han establecido diferentes ensayos, entre ellos, la evaluación de híbridos de maíz amarillo con alto potencial de rendimiento —en camas permanentes y dejando el rastrojo en la superficie—, o el ensayo de la validación del sensor GreenSeeker® para el diagnóstico de una fertilización más eficiente y sustentable, principalmente con relación al uso de los fertilizantes nitrogenados.

Aunque aún es necesario seguir evaluando materiales por más tiempo para determinar los más rendidores, derivado de estos ensayos se ha observado que el rendimiento de los híbridos de maíz amarillo demuestra que sí existen materiales en el mercado capaces de competir con los híbridos de maíz blanco. Además, dado que los materiales de maíz amarillo de la región suelen ser hasta 25 días más precoces que los blancos, es posible disminuir un riego. 

Con respecto a los costos de producción, en la plataforma de investigación se lograron buenos rendimientos en camas permanentes, comparables a la media regional. La utilidad promedio de todos los materiales de maíz amarillo en camas permanentes fue de un poco más de 16 mil pesos (16 413 MXN) por hectárea. Además, el mayor rendimiento se logró en el tratamiento de más baja densidad de semilla (93 100 semillas por hectárea), mientras que el costo por este concepto fue el más bajo en este tratamiento.