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El maíz como raíz de identidad y semilla de futuro en México

En el marco del Grito de Independencia, celebramos al maíz como herencia milenaria y motor de innovación que une tradiciones con ciencia y alianzas para fortalecer la resiliencia del campo y asegurar un futuro sostenible.

Diversidad de maíces nativos de México, símbolo de identidad nacional y base de la innovación agrícola que impulsa la resiliencia del campo y la seguridad alimentaria del futuro. (Foto: CIMMYT)
Diversidad de maíces nativos de México, símbolo de identidad nacional y base de la innovación agrícola que impulsa la resiliencia del campo y la seguridad alimentaria del futuro. (Foto: CIMMYT)

En el marco del Grito de Independencia, celebramos la diversidad y el legado cultural del maíz en México, un cultivo que ha sido el eje central de la gastronomía mexicana, la historia y la vida cotidiana. Desde la tortilla hasta los tacos, el maíz sigue siendo un símbolo de identidad nacional, un alimento que nutre no solo a millones de familias, sino también la memoria y el corazón de un país entero.

El maíz es una planta que acompaña a México desde sus orígenes. Domesticado hace más de siete mil años en estas tierras, se convirtió en el eje de las culturas mesoamericanas y en la base de la alimentación de los pueblos originarios. Hoy sigue siendo protagonista en nuestras mesas, en nuestras celebraciones y en nuestra identidad colectiva. Hablar de maíz es hablar de la raíz de nuestra diversidad, de la riqueza cultural que se expresa en cada tortilla, en cada tamal, en cada pozole y en cada taco. Pero también es hablar de futuro: el maíz no solo es herencia, es también la llave para enfrentar los desafíos del presente y construir la seguridad alimentaria del mañana.

En un contexto de cambio climático, crisis de los sistemas productivos y presiones crecientes sobre los recursos naturales, proteger y fortalecer el maíz es una tarea urgente. Para ello, se requiere más que tradición y orgullo: se necesita ciencia, innovación y un compromiso colectivo que vincule a todos los actores de la sociedad. Invertir en investigación agrícola no es un lujo, es una inversión estratégica que garantiza alimentos accesibles y nutritivos, que impulsa la resiliencia de los sistemas agroalimentarios y que abre oportunidades de desarrollo en las comunidades rurales.

La experiencia de colaboración de CIMMYT con actores clave como el Gobierno de México, el sector agroindustrial, el sector privado y, sobre todo, a través de la co-creación de soluciones con los agricultores, ha demostrado que la inversión en ciencia y en investigación agronómica de vanguardia genera resultados profundos y sostenibles, tanto en la vida de los productores como en el fortalecimiento de las cadenas productivas. A lo largo de más de una década se han consolidado los hubs de innovación, plataformas donde la ciencia se encuentra con los saberes locales y donde técnicos, productores, investigadores y tomadores de decisiones trabajan juntos para responder a los grandes retos del campo.

Hoy en México operan nueve hubs de innovación y más de 40 de las 51 plataformas de investigación de larga duración que integran la Red Latinoamericana de Investigación Agronómica, lo que convierte al país en un referente regional. En estos espacios se prueban y adaptan nuevas tecnologías, se impulsa la diversificación de cultivos, se promueve la conservación de suelos y agua, se fortalecen las cadenas de valor y se desarrollan capacidades que permiten a los agricultores enfrentar un entorno cada vez más complejo. Estos hubs son mucho más que centros de intercambio: son motores de cambio. Permiten que los agricultores innoven en sus parcelas, adopten prácticas sostenibles, aumenten la productividad y logren integrarse en mercados más competitivos. Con ello, se fortalece no solo la resiliencia de los sistemas agroalimentarios, sino también la estabilidad económica de las familias y comunidades rurales que dependen del maíz y de otros cultivos estratégicos.

Por eso, este mes patrio no solo celebramos lo que el maíz ha significado en nuestra historia, sino también lo que representa para nuestro futuro. Es momento de redoblar esfuerzos en inversión pública y privada para que la investigación avance, los hubs de innovación se consoliden y más agricultores mexicanos accedan a los beneficios de la ciencia aplicada.

Invertir en el maíz es apostar por México. Significa preservar una cultura milenaria y, al mismo tiempo, preparar a nuestro país para enfrentar los retos de la seguridad alimentaria y del cambio climático. Significa también reconocer que los agricultores, con su conocimiento y esfuerzo, son protagonistas de la innovación, y que la ciencia, al ponerse a su servicio, puede generar transformaciones profundas y duraderas.

El maíz nos recuerda que la independencia no es solo un hecho histórico, sino un proyecto en construcción permanente. Así como hace más de dos siglos los pueblos de México lucharon por su libertad, hoy tenemos el desafío de construir un país más justo, sostenible y resiliente. En esa construcción, el maíz ocupa un lugar esencial: es la raíz que nos une, el alimento que nos sostiene y la esperanza que sembramos hacia el futuro.