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Cultivos de valor para diversificar el campo

Ante la variabilidad climática y la incertidumbre económica global, es importante considerar nuevos cultivos de valor que complementen la producción de cultivos básicos de una manera sostenible. 

Primeros frutos de una higuera joven. (Foto: Gloria Euroza/CIMMYT)
Primeros frutos de una higuera joven. (Foto: Gloria Euroza/CIMMYT)

El cambio climático, los efectos de la pandemia y la reciente crisis de fertilizantes están perjudicando la capacidad productiva de las naciones. Por esto, es apremiante impulsar un cambio integral en los sistemas agroalimentarios para así garantizar la producción y suministro sustentable de alimentos. Ante esto, conceptos como la agricultura de conservación y sus prácticas asociadas, cada día cobran mayor relevancia a nivel mundial.

En México el cambio ha sido lento y hasta 2021, de un poco más de tres millones y medio de unidades de producción agrícola a cielo abierto, menos del 20 % optaron por prácticas de agricultura de conservación a pesar de que brinda un alto impacto potencial en la sustentabilidad. Ejemplo de ello son los altos rendimientos obtenidos en cultivos de maíz sembrados con este sistema en distintos valles de México, los cuales rondan las 18 toneladas por hectárea y que van acompañados de ahorros de hasta 30 % en términos de costos.

A pesar de que cultivos básicos como el maíz o el trigo representan un ingreso seguro para el productor —aunque limitado, debido a los altos costos de producción y la alta volatilidad del mercado de granos—, en distintas zonas del país se ha optado por el cultivo de berries—zarzamora, arándano, frambuesa, fresa—, las cuales  ofrecen un alto margen de ganancia al ser sumamente buscadas en el mercado internacional para su uso en la industria alimenticia, farmacéutica o cosmética, posicionándoles en los primeros lugares de exportación.

Ejemplo de lo anterior es que en la última década en Jalisco, que es el mayor estado productor de berries, la superficie destinada a la siembra de maíz disminuyó un 6,5 %, es decir, pasó de 7,7 millones a 7,2 millones de hectáreas; en cambio, la destinada a frutillas se triplicó, pasando de una superficie prácticamente nula a inicios de los 2000, a 17 mil hectáreas en 2011 y a 55 mil hectáreas al cierre de 2021; es decir, tan solo en diez años aumentó 69 %. 

Además, datos del Banco de México muestran que tan solo en 2021, el país desembolsó más de cinco mil millones de dólares para importar maíz amarillo y poder cubrir el déficit de producción y la demanda nacional —esto es el mayor monto de la historia—. En cambio, en el primer trimestre de 2022, las berries se convirtieron en el primer producto agroalimentario con mayor registro de ingresos por su venta al extranjero, generando mil 385 millones de dólares —22,5 % más que en 2021— y desplazando a productos que estaban en los primeros lugares de exportación, como el aguacate y la cerveza.

Sin embargo, los beneficios económicos no son los únicos que se deben considerar al comercializar nuevos productos, ya que una adecuada y viable reconversión de cultivos depende de la zona geográfica, el medioambiente local o las condiciones y requerimientos fitosanitario para reducir el riesgo de que plagas y enfermedades se vuelvan inmunes o resistentes a insumos para su control. 

Por ejemplo, en el Valle del Yaqui, una de las principales zonas agrícolas del país con más de 250 mil hectáreas cultivables y donde se siembra y producen más de un millón y medio de toneladas anuales de trigo, desde 2017 a la fecha, los agricultores han apostado al cultivo de productos frutícolas innovadores como el mango Calypso y el aguacate Hass, del cual se han reconvertido un poco más de 355 hectáreas. 

Si bien iniciar muchos de estos cultivos puede implicar una inversión mayor, es importante que el productor conozca y esté seguro de que lo que va a sembrar será viable tanto desde el punto de vista agronómico como económico en la zona en la que desarrolla su negocio. Por ello, no debe centrarse en un solo cultivo, la recomendación es diversificar, de modo que es posible conseguir rentabilidad tanto con cultivos básicos mediante la mecanización adecuada e incorporación de agricultura de conservación, como al apostar a varios tipos nuevos de cultivo.

En Sinaloa, ante las condiciones climáticas de la región, nuevas alternativas de alto valor han comenzado a despuntar, una de ellas es el espárrago, que ha demostrado ser buena

oportunidad de negocio. También está el higo, establecido desde 2018, principalmente en la zona norte del estado, reconocida internacionalmente como zona libre de moscas de la fruta, lo que permite su comercialización sin ninguna restricción hacia el extranjero, principalmente Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.

Actualmente, también se contempla al agave ya que no requiere grandes inversiones y puede establecerse de manera natural en zonas con poca humedad, por lo que se adapta a las zonas de temporal en las que se produce principalmente sorgo, cacahuate, ajonjolí y, al ser resistente a la sequía, ofrece una mejor alternativa económica por su gran demanda en el mercado nacional e internacional.

Hoy por hoy la agricultura ofrece un abanico de opciones que, si bien no reemplazarán a los básicos, sí representan una opción para mitigar los riesgos dadas las adversidades presentes en la agricultura.