
CDMX. Del 26 al 28 de septiembre, el Monumento a la Revolución fue sede de la Feria del Maíz y la Agrobiodiversidad 2025, un encuentro que reunió a productores, investigadores, organizaciones y ciudadanía para celebrar y reflexionar sobre la riqueza genética del maíz, símbolo de identidad y sustento en México.
El maíz, base de la alimentación y la cultura nacional, enfrenta hoy un reto silencioso: la pérdida de su diversidad. La expansión urbana, el cambio climático y la homogenización agrícola amenazan cientos de variedades que nacieron del conocimiento campesino y de una relación ancestral con la tierra.
Frente a ese desafío, la conservación de las razas nativas se vuelve una tarea urgente. En la feria, el público tuvo la oportunidad de conocer parte de este patrimonio genético y entender por qué su preservación es clave para la seguridad alimentaria del futuro.
El Banco de Germoplasma del CIMMYT participó con una muestra de razas nativas de maíz, acompañada de charlas sobre su origen, uso y potencial. Los especialistas Cristian Zavala Espinosa, coordinador del Banco, y Alberto Chassaigne, curador, explicaron cómo el CIMMYT resguarda una de las colecciones genéticas más importantes del mundo: más de 28 mil muestras de maíz y 124 mil de trigo, provenientes de casi cien países.

Ilustración 2 Cristian Zavala Espinosa, coordinador del Banco de Germoplasma del CIMMYT, comparte con visitantes de la Feria del Maíz y la Agrobiodiversidad 2025 el trabajo que se realiza para conservar las razas nativas de maíz como parte del patrimonio genético en beneficio de la humanidad
Estas semillas no solo se conservan, sino que se estudian y se comparten con investigadores y agricultores de todo el mundo. Cada año, miles de accesiones se distribuyen para apoyar proyectos de mejoramiento, resiliencia climática y rematriación para la seguridad alimentaria. Parte de este acervo también se resguarda en la Bóveda Global de Semillas de Svalbard, en Noruega, como respaldo para el futuro de la humanidad.
Cada semilla representa una historia viva: una oportunidad de defensa frente al cambio climático, una fuente de conocimiento. Conservarlas es asegurar la diversidad necesaria para seguir alimentando al mundo.
Invertir en la ciencia que impulsa la conservación de la biodiversidad es una inversión en nuestro futuro compartido. Es cuidar las semillas que alimentan nuestra historia y las que permitirán que las próximas generaciones sigan sembrando esperanza.