Ma Concepción Castro
J
osé Luis Torres es mejorador del Programa Global de Maíz del CIMMYT y un apasionado de la ciencia.
La semana pasada cumplió 29 años de servicio ininterrumpido en el centro. Llegó de su natal Saltillo, Coahuila, México, en 1984, cuando tenía solo 21 años de edad y acababa de graduarse como agrónomo; hoy en día ostenta un doctorado en Fitotecnia. En el tiempo que lleva trabajando en el Programa Global de Maíz ha contribuido a lograr grandes cambios en el mejoramiento para los valles altos de México. Ha tenido el privilegio de trabajar con eminentes científicos como el Dr. Surinder Vasal, correceptor del Premio Mundial de la Alimentación 2000. No está en el CIMMYT por el salario sino por el trabajo tan apasionante y dinámico que él y su equipo hacen, y por su deseo de “mejorar plantas y mejorar a la gente”, dijo.
Su interés por trabajar con maíz surgió desde que era universitario, por la importancia que este cereal tiene en la alimentación de los mexicanos. En sus tiempos de estudiante de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro hizo investigación sobre maíces enanos. Cuando llegó al CIMMYT empezó a trabajar como ayudante de investigación bajo la supervisión del finado Hugo Córdova.
Su inspiración para mejorar cultivos proviene de su trabajo en el campo. La observación, el primer paso de un método científico, es la clave para encontrar respuestas. “Es la forma más rápida de aprender”, comentó, y añadió que él inculca a su equipo esta forma de aprender-haciendo.
Entre lo memorable de su trabajo en los valles altos de México, Torres recuerda que fue parte del “boom” del maíz en esta zona. Las plantas de maíz eran rústicas y antiestéticas cuando él comenzaba a trabajar en mejoramiento, pero que un equipo de connotados científicos como Hugo Córdova, Surinder Vasal y Jim Lothrop, lograron 1) modificar la arquitectura de las plantas; 2) trabajar en la “planificación familiar” del maíz, un proceso que consistió en eliminar el ahijamiento, para evitar el estrés que se genera en la planta madre cuando sus descendientes empiezan a competir por los elementos que los nutren; 3) acortar el porte del maíz, para evitar que se el tallo se desplomara por el peso de la mazorca o los embates del viento; esta modificación permitió también obtener madurez precoz de la mazorca y por tanto sembrar dos ciclos al año.
Algo impresionante para él ha sido también ver cómo han ido evolucionando las técnicas y métodos para hacer mejoramiento, desde los procedimientos tradicionales hasta el uso de biología molecular y dobles haploides, entre otros. El programa de valles altos ha liberado 32 líneas de maíz (CIMMYT Maize Lines, CML).
Este año se liberarán 12 CML, incluida la primera de maíz azul. El maíz azul tiene un alto contenido de nutrientes y antioxidantes y podría ser de gran ayuda para los agricultores de muy bajos recursos, según Torres. Ahora, su equipo de trabajo y él trabajarán en el desarrollo de híbridos que se puedan cosechar fácilmente por medios mecánicos. La idea es lograr un diseño de siembra que en el futuro permita sembrar más, sin tener que expandir la superficie de siembra, y utilizar máquinas cosechadoras que no destruyan las plantas.
Además de mejorar cultivos, le interesa la “mejora de la gente”, como parte de su filosofía de trabajo. Su equipo está formado por dos ingenieras, cinco empleados de planta y 10 trabajadores eventuales. Torres, que llegó al CIMMYT como recién egresado de la universidad y ahora tiene un doctorado, predica con el ejemplo y quiere que su personal siga preparándose académicamente.
Invita a los científicos jóvenes a que vayan al campo, a que experimenten en el laboratorio, porque no todo se puede hacer en y desde una computadora, dice. No comparte los métodos de los “cibermejoradores”. Él atribuye sus logros a la observación y experimentación, al apoyo del Programa Global de Maíz, a la valiosa colaboración de su equipo de trabajo. “Es mucho trabajo, es cierto, pero es un reto personal para mí”, concluyó.